Página 103 - Hijas de Dios (2008)

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Capítulo 7—El lugar de la mujer en la ganancia de
almas
La causa de Dios necesita para este tiempo hombres y mujeres que
posean cualidades semejantes a las de Cristo para el servicio:
habilidad ejecutiva, gran capacidad de trabajo, corazones
bondadosos y comprensivos, buen sentido común y juicio maduro.
Que sean cuidadosos en pesar las cosas antes de aprobarlas o
condenarlas. Que sin temor puedan decir sí o no. Y que debido a
haber sido santificados por el Espíritu de Dios, pongan en práctica
las palabras “todos sois mis hermanos”, luchando siempre por
levantar y restaurar a la humanidad caída.—
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Cristo, el modelo perfecto para el verdadero ministerio
Domingo 15 de marzo de 1891. Esta mañana asistí a la reunión
de obreros ministeriales. La bendición del Señor descansó sobre mí
y hablé con demostración del Espíritu y de poder. Hay algunos que
están recorriendo un gran círculo; pero el ministerio que el Señor
nos ha dado es presentar a Cristo al mundo. Predicar simplemente la
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Palabra no es cumplir el ministerio. El Señor desea que sus siervos
ocupen un lugar digno de la más alta consideración. En la mente
de Dios, este ministerio en el que están involucrados hombres y
mujeres, ya existía antes de la creación del mundo. Dios ya había
determinado que sus ministros tuviesen una perfecta ejemplificación
de él y de sus propósitos. Ningún ser humano podía cumplir esta
tarea; por eso Dios envió a Cristo en su humanidad, para mostrar lo
que la humanidad puede llegar a ser mediante la obediencia comple-
ta a su voluntad. El carácter de Dios fue revelado mediante la vida
de su Hijo. Y Cristo no solo mostró en teoría lo que significa un
genuino ministerio, sino que en su humanidad nos dejó una ilustra-
ción de la clase de ministerio que Dios aprueba. La perfección es la
señal distintiva en cada faceta de un verdadero ministerio. Cristo, el
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