La obra de temperancia
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vitar a hombres grandes y buenos a que secunden nuestros esfuerzos
por salvar lo que se ha perdido [...].
Únicamente la eternidad habrá de revelar lo que ha alcanzado
este ministerio, y cuántas almas enfermas de duda y cansadas de
la mundanalidad y de la agitación fueron llevadas al gran Médico
que anhela salvar hasta lo sumo a cuantos acuden a él. Cristo es
un Salvador resucitado, y hay sanidad en sus alas.—
Joyas de los
Testimonios 2:398-399 (1900)
.
No perder oportunidad de unirse a la obra de temperan-
cia
—Lamento que no haya habido un interés más vivo entre nuestro
pueblo de estos últimos años para magnificar esta rama de la obra
del Señor. No podemos permitirnos perder una oportunidad de unir-
nos con la obra de temperancia en cualquier lugar. Aunque la causa
de la temperancia en los países extranjeros no siempre avanza tan
rápidamente como desearíamos, no obstante en algunos lugares los
esfuerzos de los que están empeñados en ella se han visto corres-
pondidos con un éxito señalado. En Europa encontramos a la gente
firme en este punto. En cierta ocasión en que acepté una invitación
para hablar a un gran auditorio sobre temperancia, la gente me hi-
zo el honor de colgar la bandera norteamericana sobre el púlpito.
Escucharon mis palabras con la más profunda atención y al finali-
zar la charla me tributaron un sincero agradecimiento. En toda mi
obra sobre este asunto, nunca recibí una palabra irrespetuosa.—
La
Temperancia, 200 (1907)
.
La juventud puede ser una gran fuerza en favor de la tem-
perancia
—No hay otra clase de personas que pueda realizar mejor
trabajo en la guerra contra la intemperancia que la juventud temerosa
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de Dios. En este tiempo, los jóvenes debieran unirse como un ejérci-
to y trabajar firme y decididamente en contra de toda indulgencia
egoísta que destruye la salud. ¡Qué poder serían para el bien! ¡Cuán-
tos serían salvados de desmoralizarse en esos salones y jardines
con música y otras atracciones que intentan atraer a la juventud! La
intemperancia es hermana de la profanidad y la licencia. Que cada
joven temeroso de Dios se coloque la armadura y vaya al frente.
Colocad vuestros nombres en cada promesa de abstinencia que se
presente; de esta manera estaréis influyendo para que otros firmen la
promesa. Que no haya excusa débil que pueda apartaros de dar este