“Id por todo el mundo”
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de Dios y de su amor, le será difícil aun mantener la luz que tiene.
Porque la luz que no brilla cada vez más, tiende a disminuir y a per-
derse en las tinieblas. Si el trabajo resulta manchado y mezclado con
el yo, Dios no lo aceptará. Sería imposible para mí, o para quienes
colaboran conmigo, ser canales de luz y realizar los deberes que
esta obra requiere, si no estuviéramos creciendo en la gracia y en el
conocimiento del Señor Jesucristo. Todos los que trabajan en esta
solemne obra que se me ha dado, deben representarla correctamente.
Tienen que ser ejemplo de humildad, de fidelidad, de renunciamien-
to. Tienen que mostrar acción vigorosa y una fidelidad no fluctuante
a la santificadora influencia de la verdad, y deben estar dispuestos a
sacrificarse y trabajar para bendecir a otros. Para lograrlo es necesa-
rio que desarrollen una experiencia cristiana siempre creciente; una
fe fuerte y una consagración completa, y la compasión, la ternura
y el amor deben permear el alma. Debe manifestarse paciencia en
la tribulación y una similitud con Jesús en la conversación. Aun los
pensamientos deben ser puestos en cautividad con Cristo.
Aún tiene que adquirir experiencia. No puede centrarse en sí
misma y estar preparada para cualquier responsabilidad en la causa
de Cristo, por más difícil o peligrosa que sea. Si busca la gloria
de Dios, su crecimiento será manifiesto a todos. Al emplear cada
recurso de la gracia divina, su amor por Dios y por quienes trabajan
con usted, será tan puro como el amor de Cristo. Entonces será llena
de los frutos de justicia y de todo aquello que es excelente para la
gloria de Jesucristo y la alabanza a Dios. Si quiere ver el reino de
los cielos, su vida cristiana debe moldearse en forma diferente.
Se me ha presentado la vida de muchos en la iglesia como si
fueran personas que se están ahogando y que luchan desesperada-
mente por mantener su cabeza fuera del agua. En su vida religiosa
no han muerto al yo; el yo es su ídolo y lo adoran. Una experiencia
débil y fluctuante abre el camino para las tentaciones de Satanás y
para el fracaso espiritual. En cambio, aquellos que esperan fielmente
en el Señor, recibirán nuevas fuerzas. Cuando lleguen las pruebas,
entonces la fe, el amor, la paciencia y la constancia serán pesados
en las balanzas doradas del santuario celestial.
En la escuela de Cristo usted tiene que aprender la mansedumbre
y la humildad de corazón; debe ser entrenada, disciplinada y educada
para ser de utilidad en esta tierra, y para la vida inmortal. Que estas
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