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Hijas de Dios
cuerpos. No hay esperanza para la juventud, a menos que haya un
cambio completo en la mente de los mayores. Los caracteres de los
jóvenes y las señoritas llevan la impronta del vicio, y sin embargo,
¿qué se hace para detener el avance de este mal? Se permite y se
insta a los adolescentes y a los jóvenes a tomarse libertades haciendo
proposiciones indecentes a las niñas y a las jóvenes. Es mi oración
que Dios despierte a los padres y a las madres para que se ocupen
seriamente en cambiar este estado de cosas.—
Testimonies for the
Church 2:429 (1870)
.
Buen ejemplo en el vestido
Por un tiempo, Fannie Bolton fue una de las asistentes de Elena G.
de White. Lo que sigue es parte de una carta que le escribiera en
1894
.
Tengo que decirle algo con referencia a otro punto. Las hermanas
que han venido de Norteamérica tienen que rendir cuentas a Dios con
referencia a su ejemplo en la vestimenta; en este asunto no han sido
aprobadas por Dios como sus misioneras. Necesitamos convertirnos
de cuerpo, alma y espíritu. Será que por nuestro ejemplo vamos a
conducir a otras al orgullo, a la indulgencia egoísta y a malgastar
el dinero en vestidos, lo que muestra que no somos hacedoras de la
Palabra? Me fueron presentadas ciertas conductas que no son las
que Dios aprueba. No se me ha pedido que sea específica sino que
diga mi palabra de advertencia.
Fannie, muchos—incluyéndola a usted—, no disciernen el espí-
ritu que caracteriza su trabajo; no pueden descubrir las intenciones
inconscientes, aunque en ocasiones se manifiesten abiertamente.
Aunque usted está llena de actividad, de celo, de agitación y empuje,
son los movimientos impulsivos, descontrolados y parciales los que
le dan forma a su trabajo. Los vasos elegidos por Dios trabajan bajo
la guía del Santo Espíritu. Pero usted ha trabajado mayormente bajo
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la influencia de la satisfacción propia que busca, pensando que está
realizando un gran trabajo. Sin embargo, si separamos la paja del
trigo veremos que solo quedan unos pocos granos. Muchos juzgan
por la apariencia exterior y no por el espíritu con que se lo hace ni
por los verdaderos resultados.