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Hijas de Dios
consideran su deber. Los actos de bondad y caridad, y el amor
manifestado hacia otros, la harán una con Cristo y que usted piense
menos en sí misma.
No podrá gozar la plenitud de carácter que es la verdadera santi-
ficación, a menos que se autodiscipline con fervor. De otra manera,
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su educación será perjudicial. Nadie se rebaja por hacer las labores
domésticas que usted no quiere hacer. Dios quiere que usted sienta
la responsabilidad de ser una ayuda y bendición para su esposo así
como él es una ayuda y bendición para usted.
Deje de pensar en usted misma; deje de quejarse; sea alegre. No
hay razón para no estar alegre y agradecida en su condición. No es
una desgracia tener hijos; y la madre, por su conducta y manera de
actuar, puede estar determinando la salud y la disposición de los
hijos.
Escóndase en Jesús para ser su verdadera hija, y para caminar
en amor y obediencia a sus requerimientos. Ejemplifique en su vida
el carácter de Jesús: tierna y considerada hacia otros, pensando que
ellos tienen el mismo derecho que usted de gozar de las comodidades
y de la felicidad. Y usted no ha hecho esto; ha puesto primero el
yo, y el placer, el gusto y la felicidad de otros han sido puestos en
segundo lugar. Aunque parezca natural, esto no debe ser así.
Si desea entrar al cielo, Florida, tiene un trabajo que hacer que
nadie puede hacer por usted. ¿Qué clase de cielo sería si usted
entrase con esas características que usted dice que le es imposible
cambiar? ¿Será necesario que el Señor le quite a su esposo por medio
de la muerte; que le envíe adversidades y le quite a sus hijos; que la
prive de las bendiciones que ha recibido, para que usted vuelva a la
razón y decida ser refinada, paciente, agradecida y perdonadora? Le
escribo estas cosas porque se me ha mostrado que muchas mujeres
embarazadas presentan su condición como excusa para manifestar
un temperamento perverso. Pero esto es una tentación satánica. Dios
le dará su gracia para actuar como una verdadera cristiana que tiene
su base en la Biblia.
Sé que se va a sentir mal con esta carta, pero no me animaría a
retenerla. Su obra ahora es amar a Dios sobre todas las cosas y a
su prójimo como a sí misma. Sea tan considerada con el prójimo
como lo es con usted. No podemos envolvernos en nosotros mismos
de tal manera que no podamos colocarnos en la situación de otros