Página 202 - Hijas de Dios (2008)

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Hijas de Dios
Si tu madre necesita una enfermera, ella debe pagar por ese
servicio, y le quedan solamente trescientos dólares que se van a ir
muy pronto. Necesita ropa, comida, y la leña para el fuego. He hecho
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todo lo que he podido, y aun más. Pero ahora tengo que recurrir a
sus hijos y a sus nietos. Me hace sentir muy mal que manos extrañas
estén realizando los deberes que ustedes deberían hacer. Cuando
la gente pregunta si esta mujer no tiene hijos que cuiden de ella,
tenemos que responderle con vergüenza que tiene dos hijos, una
hija, hermanos y nietos. Y cuando preguntan por qué sus hijos no
cuidan de su madre anciana y débil, no sé qué responderles. Quizá
tú puedas responderles.
Yo tengo mi trabajo que hacer, que es hablar y escribir, y estoy
constantemente ocupada. No debería cargarme con los cuidados de
tu madre. Últimamente gasté veinticinco dólares en ropa para ella
porque la necesitaba. Le compré leña para el invierno porque supe
que en el último invierno se quedaba más horas en la cama a fin de
no tener necesidad de usar leña para calentar la casa durante esas
horas. Le cuesta gastar el dinero que le queda, pensando que podría
estar enferma tanto tiempo como su madre, y teme llegar a ser una
pordiosera. No la puedo culpar de esto, puesto que, juzgando por lo
que ha pasado hasta aquí, parece que ella no puede depender de sus
hijos.
Tu madre ha sido muy cuidadosa con el dinero, y no la dejaré
para que sufra privaciones si ustedes no hacen nada. Pero no puedo
dejar de pensar que vuestra conciencia debiera mostrarles lo que
deben hacer para no ser juzgados en el futuro como han sido juzgados
en el pasado con relación al trato que le han dado a esta pobre y
anciana madre. Dios toma nota de este descuido negligente, porque
él hace responsables a los hijos por este cuidado. Estoy muy triste,
muy triste por este asunto.
Cristo juzgará a cada cual de acuerdo a sus obras. Él se identifica
con sus hijos sufrientes y abandonados. A un grupo les dirá: “Porque
tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de
beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me
cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis [...]. Entonces
les responderá diciendo: “De cierto os digo que en cuanto no lo
hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis””.
Entonces escucharán la terrible palabra: “Apartaos”.