Página 21 - Hijas de Dios (2008)

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El señor llama a las mujeres a su servicio
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adecuadamente desarrollados. Hay muchas que no se han cultivado
mentalmente ni en sus modales. Otras están llenas de presunción y
pareciera que su único blanco en la vida fuese aparentar. Cuando
vemos este estado de cosas, no podemos menos que susurrar una
oración pidiendo a Dios que bendiga este mundo con mujeres que
hayan desarrollado su mente y carácter como debieran; mujeres que
tengan una verdadera comprensión de la responsabilidad que les fue
dada por Dios.—
The Signs of the Times, 23 de marzo de 1891
.
Si aquellos que tienen gran luz no responden a la invitación de
ser colaboradores con Dios, entonces el Señor utilizará a quienes
han tenido menos luz y más escasas oportunidades. Aquellos que
se ocupan de su salvación con temor y temblor, comprenderán que
es Dios quien obra en ellos para hacer su voluntad. Debiera haber
miles que despierten y con pleno fervor entren en la obra de Dios
para brillar como luces resplandecientes. Debiera haber miles que
conozcan el tiempo en que estamos viviendo, y que no necesiten
que se les empuje a la acción, sino que, constreñidos por el poder
de Dios, se dediquen a difundir la luz y a presentar a otros la verdad
que está claramente revelada en la Palabra de Dios. No hay tiempo
que perder.
Hombres y mujeres debieran estar ministrando en comunidades
lejanas que aún no tienen la luz. Una vez que se haya despertado el
interés, debieran encontrar al predicador que esté capacitado para
la presentación de la verdad, y calificado para instruir a las familias
en la Palabra de Dios. Las mujeres que mantienen la causa de Dios
en el corazón pueden hacer un buen trabajo en el vecindario donde
residen. Cristo habla de mujeres que lo ayudaron a presentar la
verdad a otros. Pablo también menciona mujeres que colaboraron
con él en la predicación del evangelio. Pero, ¡cuán limitada es la
labor de aquellos que podrían hacer una gran obra si ellos mismos
se lo propusieran! Hay familias que tienen medios que podrían usar
para la gloria de Dios yéndose a tierras distantes, para dejar brillar
su luz mediante buenas obras hacia aquellos que necesitan ayuda.
¿No habrá hombres y mujeres que, siguiendo el ejemplo de Cristo,
se consagren a la obra misionera?—
The Review and Herald, 21 de
julio de 1896
.
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