Página 230 - Hijas de Dios (2008)

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Hijas de Dios
y después Sara lo llevó hasta el colegio. De regreso, trajo al pastor
Daniells y al Hno. Hare. Sara entonces me dijo que estos hermanos
querían hablar conmigo. Hablamos unas pocas palabras con el pastor
Daniells acerca del trabajo en Maitland, y entonces el Hno. Hare
acercó su silla a la mía y me dijo que tenía algo que decirme. Me
dijo que en la tarde anterior había ocurrido un accidente cerca del
colegio.
La Hna. Peck, la Srta. Gates y la hija de la Hna. Boyd, estaban
yendo desde Sunnyside al colegio con un caballo que siempre había-
mos considerado seguro y manejable, aunque un poco torpe; si no lo
vigilábamos mientras marchábamos, siempre se iba a un costado. El
camino al colegio no es permanente pero está asentado lo suficiente
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como para usarlo hasta que uno mejor pueda ser hecho. Los alumnos
del colegio hicieron un puente de madera sobre el río, que fue super-
visado por el pastor Haskell. Cuando el coche se estaba acercando
al puente, vieron que había un tronco cruzado en el camino. La
Hna. Peck, que manejaba las riendas, pensó en descender y ayudar
al caballo a dar la vuelta. Pero el caballo, en lugar de mantenerse
quieto, comenzó a retroceder para tomar el camino de regreso.
Nadie pensó que había peligro, pero el carro estaba más cerca
del río de lo que parecía, y en pocos segundos, todos los pasajeros,
excepto la Hna. Peck, estaban en el agua, que allí tiene unos cinco
metros de profundidad. La Hna. Peck fue arrojada sobre la orilla y
arrollada por el carruaje al caer al río, pero no sufrió mucho daño.
Ayudó a Ella Boyd a salir del agua, pero la Srta. Gates estaba fuera
de su alcance. La joven recién salvada corrió al colegio en busca
de ayuda y varios hombres estuvieron allí en unos tres minutos.
Lograron rescatar a la Srta. Gates y la llevaron rápidamente al co-
legio, donde se hizo todo lo posible por recuperarla, pero sin éxito;
estaba muerta. Se cree que no murió ahogada, porque no hizo ningún
intento de mantenerse a flote; creemos que el golpe la mató. Fue
sepultada el lunes por la tarde [...].
La Srta. Gates estaba delicada de salud; había sufrido mucho con
sus pulmones. Justamente un día antes de su muerte le había comen-
tado a la Hna. Hughes acerca de su caso. Le dijo que otra vez tenía
problemas con sus pulmones y que seguramente le tocaría una larga
enfermedad. El futuro era terriblemente sombrío para ella, puesto
que su hermano y su cuñada también luchaban con mala salud, y ella