Página 237 - Hijas de Dios (2008)

Basic HTML Version

De mujer a mujer
233
de nuestra salvación para redimirnos de nuestra miseria. Y como
[230]
no comprenden el valor del sacrificio hecho en su favor, no están
dispuestos a hacer ningún sacrificio para salvarse [...].
Cristo nos ha comprado con un alto precio, y sin embargo nos
recompensará por nuestro servicio a él. Cuando comparamos las
inmensurables evidencias de su interés y amor por nosotros con
nuestro pobre servicio a él, podríamos sentirnos tristes y llorar. Pe-
ro la recompensa no nos será dada en exacta proporción a nuestro
servicio, sino a los motivos y el amor que nos ha movido a hacer el
trabajo. La recompensa será de gracia. Él manifestará su abundante
misericordia hacia nosotros, no porque nuestro trabajo haya sido
digno, sino porque nos ama con un amor inmensurable. Cristo le
dirá a su fiel y sincero obrero: “Bien, buen siervo y fiel [...], entra
en el gozo de tu Señor”.
Mateo 25:23
. Aun ahora, los ángeles del
cielo reconocen nuestros trabajos de amor y justicia, y no seremos
olvidados en esta vida. El guardar los mandamientos de Dios tam-
bién trae su recompensa en el presente: “Mucha paz tienen los que
aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo”.
Salmos 119:165
. Cristo
nunca coloca cargas sobre sus siervos sin darles las fuerzas para
soportarlas. No los abandonará en su adversidad. Y si su corazón y
su carne flaquean, él será la fuerza de su corazón y de su alma por
siempre.
Los pecadores hablan de las diversiones del mundo y los placeres
del pecado, pero cuando se ven cara a cara con la muerte, no dicen
nada de esa “hermosa” vida de pecado que han vivido; solo ven un
futuro terrible y sombrío. ¡Cuánto darían por saber que sus nombres
están escritos en el cielo! ¡Cómo se aliviarían sus almas cargadas con
el peso del pecado! En cambio el cristiano, no importa la condición
en que esté o la circunstancia que soporte, siempre puede decir: “El
camino de la santidad es camino de justicia”. Por más difícil que sea
su situación puede declarar: “Bueno es el Señor, para siempre es su
misericordia”.
Mi hermana, esté de buen ánimo; confíe plenamente en el Señor.
Él la sostendrá y consolará en todas las pruebas que tenga que
soportar por amor de su nombre [...]. Grande es el Señor y digno de
alabanza.—
Carta 9, 1873
.
[231]