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Hijas de Dios
era ella su segundo yo; y quedaba en evidencia la unión íntima y
afectuosa que debía existir en esa relación. “Porque nadie aborreció
jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida”. “Por tanto,
dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y
serán una sola carne”.
Efesios 5:29
;
Génesis 2:24
[...].
La creación estaba ahora completa. “Fueron, pues, acabados los
cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos”. “Y vio Dios todo lo que
había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera”.
Génesis 2:1
;
1:31
. El Edén florecía en la tierra. Adán y Eva tenían libre acceso
al árbol de la vida. Ninguna mácula de pecado o sombra de muerte
desfiguraba la hermosa creación. “Alababan todas las estrellas del
alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios”.
Job 38:7
[...].
Nuestros primeros padres, a pesar de que fueron creados inocen-
tes y santos, no fueron colocados fuera del alcance del pecado. Dios
los hizo entes morales libres, capaces de apreciar y comprender la sa-
biduría y benevolencia de su carácter y la justicia de sus exigencias,
y les dejó plena libertad para prestarle o negarle obediencia. Debían
gozar de la comunión de Dios y de los santos ángeles; pero antes
de darles seguridad eterna, era menester que su lealtad se pusiese a
prueba [...].
Mientras permaneciesen leales a Dios, Adán y su compañera
iban a ser los señores de la tierra. Recibieron dominio ilimitado sobre
toda criatura viviente. El león y la oveja triscaban pacíficamente a
su alrededor o se echaban junto a sus pies. Los felices pajarillos
revoloteaban alrededor de ellos sin temor alguno; y cuando sus
alegres trinos ascendían alabando a su Creador, Adán y Eva se unían
a ellos en acción de gracias al Padre y al Hijo [...].
Los ángeles habían prevenido a Eva que tuviese cuidado de no
separarse de su esposo mientras este estaba ocupado en su trabajo
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cotidiano en el huerto; estando con él correría menos peligro de caer
en la tentación que estando sola. Pero distraída en sus agradables
labores, inconscientemente se alejó del lado de su esposo [...] muy
pronto se encontró extasiada, mirando con curiosidad y admiración
el árbol prohibido. El fruto era bello, y se preguntaba por qué Dios
se lo había vedado. Esta fue la oportunidad de Satanás. Como dis-
cerniendo sus pensamientos, se dirigió a ella diciendo: “¿Conque
Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?”
Génesis 3:1
[...].