Apéndice b—El ministerio público de Elena G. de
White
En su ministerio público, Elena G. de White solía hacer ape-
laciones y llamados que requerían una respuesta por parte de la
audiencia. A continuación se presentan diversas circunstancias en
las que ella consideró conveniente hacer un llamado
.
Durante los primeros tiempos en Battle Creek
—Asistí a la
reunión en la Iglesia de Battle Creek. Aproximadamente durante
una hora hablé con libertad a los hermanos acerca de que la caída de
Adán trajo desgracia y muerte, y que Cristo trajo a la luz la vida y
la inmortalidad mediante su humillación y muerte. Sentí que debía
instar a la gente en cuanto a la necesidad de una entera consagración
a Dios: la santificación del ser entero, alma, cuerpo y espíritu. Hablé
de la muerte de Moisés y la visión que tuvo de la tierra prometida de
Canaán. Hubo profundidad de sentimiento en la congregación [...].
En la reunión esa noche, llamé al frente a los que tenían un deseo de
ser cristianos. Se adelantaron trece. Todos dieron testimonio para el
Señor. Fue una buena obra (Diario, 12 de enero de 1868).—
Mensajes
Selectos 1:167
.
[240]
Un ferviente trabajo en Míchigan
—Se celebraron reuniones
todo el día. Mi esposo habló en la mañana; el Hno. Andrews en la
tarde. Entonces presenté mis reflexiones bastante largas, suplicando
a los que se habían interesado por las reuniones que comenzaran a
servir a Dios desde ese día. Llamamos al frente a los que deseaban
comenzar en el servicio del Señor. Vino adelante un buen número.
Hablé varias veces, suplicando a las almas que rompieran las ata-
duras de Satanás y comenzaran entonces. Una madre fue a su hijo
y lloró y le suplicó. Parecía duro, terco e inflexible. Entonces me
levanté, me dirigí al Hno. D y le rogué que no se interpusiera en el
camino de sus hijos. Él se sobresaltó, se levantó, habló y dijo que
comenzaría desde ese día. Con corazón alegre, todos oyeron eso. El
Hno. D es un hombre de gran valor.
243