Página 248 - Hijas de Dios (2008)

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Hijas de Dios
Entonces se levantó el esposo de la Hna. E, testificó que quería
ser cristiano. Es un hombre de influencia: abogado. Su hija estaba
inquieta en el asiento. El Hno. D entonces añadió sus súplicas a las
nuestras. La Hna. D también [suplicó] a sus hijos. Suplicamos y al
fin prevalecimos. Todos pasaron adelante. Los padres y todos los
hijos y otros padres siguieron su ejemplo. Fue un día de alegría. La
Hna. E dijo que era el día más feliz de su vida (Diario, 19 de febrero
de 1868).—
Mensajes Selectos 1:167-168
.
Buena respuesta
—Hablé en la tarde acerca de 2 Pedro. Hablé
con libertad. Después de hablar una hora, invité que se adelanta-
ran los que querían ser cristianos. Pasaron adelante entre treinta y
cuarenta, tranquilamente, sin excitación, y ocuparon los asientos de-
lanteros. Les hablé de hacer una entrega completa a Dios. Pasamos
unos momentos orando por los que se habían adelantado. Tuvimos
unos preciosos momentos de oración. Pedimos que los que querían
ser bautizados, lo manifestaran levantándose. Se levantó un buen
número (Diario, 9 de junio de 1873).—
Selected Messages 1:168
.
Una respuesta después de alguna vacilación
—Hablé en la
tarde [en Stanley, Virginia] de
Juan 17:3
. El Señor me dio abun-
dantemente de su Espíritu Santo. El local estaba lleno. Pedí que
pasaran adelante los que querían buscar al Señor más fervientemente
y también los que querían entregarse al Señor como un sacrificio
pleno. Por un tiempo, nadie se movió, pero después muchos pasa-
ron adelante y dieron testimonios de confesión. Pasamos preciosos
momentos en oración y todos se sintieron quebrantados, llorando y
confesando sus pecados. ¡Ojalá todos pudieran entender! (Diario, 9
de noviembre de 1890).—
Selected Messages 1:168-169
.
[241]
Los comienzos de la obra en Suiza
—Las reuniones del sábado
y del domingo fueron momentos preciosos para aquellos que asis-
tieron. El Señor bendijo especialmente la reunión del domingo por
la tarde. Todos escuchaban con el más profundo interés. Al final,
se hizo la invitación a todos aquellos que deseaban ser cristianos, y
que sentían que no habían tenido una comunión viva con Dios, que
pasaran al frente para unir nuestras oraciones con las de ellos a fin de
pedir el perdón de sus pecados y gracia para resistir la tentación. Era
una nueva experiencia para muchos de estos hermanos en Europa,
pero no dudaron en hacerlo. Parecía que toda la congregación se
había puesto de pie. Lo mejor que pudieron hacer fue sentarse nueva-