Página 250 - Hijas de Dios (2008)

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Hijas de Dios
perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”.
1 Juan
1:9
.—
The Review and Herald, 19 de abril de 1887
.
Un caso notable en Australia
—El sábado 25 de mayo tuvimos
una hermosa experiencia en el salón donde nuestro pueblo se reunía
en el norte de Fitzroy. Varios días antes de la reunión se me había
pedido que hablara a la iglesia el sábado, pero desafortunadamente
tenía un fuerte resfrío y estaba afónica. Sentía deseos de excusarme
por mi salud. Pero siendo que era mi única oportunidad, pensé: “Voy
a presentarme delante del pueblo creyendo que Dios responderá mis
fervientes oraciones y sanará mi afonía a fin de poder presentar el
mensaje a la gente”. Le recordé a mi Padre su promesa: “Pedid, y
se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo
aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le
abrirá [...]. Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas
a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará buenas
cosas a los que le pidan?”. Y nuevamente Cristo dice: “Todo lo
que pidáis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea
glorificado en el Hijo”.
Mateo 7:7-8
;
Juan 14:13
.
La Palabra de Dios es segura; lo había pedido, y creía que sería
capacitada para hablar a la gente. Había seleccionado una porción
de la Escritura, pero cuando me puse en pie para hablar se me fue
de la mente, y fui impresionada a referirme al primer capítulo de la
segunda carta del apóstol Pedro. Y el Señor me dio plena libertad
para hablar del valor de la gracia de Dios. ¡Cuánto debemos apreciar
su gracia! El apóstol dice: “Gracia y paz os sean multiplicadas,
en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús. Todas las
cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas
por su divino poder, mediante el conocimiento de Aquel que nos
llamó por su gloria y excelencia, por medio de estas cosas nos ha
dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas lleguéis
a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la
corrupción que hay en el mundo a causa de las pasiones”.
2 Pedro
1:2-4
.
[243]
Al final de la predicación me sentí impresionada por el Espíritu
de Dios a extender una invitación a todos los que deseaban entregarse
plenamente al Señor, que pasaran al frente [...]. Lo hicieron cerca
de treinta personas, entre ellas las esposas de dos hermanos que por
primera vez manifestaban su deseo de acercarse a Dios. Mi corazón