Página 270 - Hijas de Dios (2008)

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Hijas de Dios
y nunca más voy a molestarte con mis problemas [...]. No importa
cuáles sean las circunstancias, no quiero ser culpable de expresarte
otra vez estas cosas. El silencio en las cosas desagradables y descon-
certantes siempre ha sido una bendición para mí. Cuando salga de
esto, voy a lamentar haberlo hecho”.—
Carta 67, 1876
.
Pero Lucinda no destruyó las cartas como se le había pedido. Por
eso llegaron a la posesión del Patrimonio White en 1973. El Centro
White, sin saber qué hacer con estas cuatro cartas, las mantuvo fuera
de los archivos regulares por un tiempo. Desde entonces, algunos
han sugerido que las cartas debían quemarse de acuerdo al pedido
original de su autora. Otros, en cambio, han sentido que las cartas
deben ser preservadas por dos razones:
1. La situación que confronta el Centro White es diferente, ya
que el pedido de destruir las cartas le fue hecho a Lucinda Hall y
no al Centro White. Si ella no lo hizo, la Junta Directiva del Centro
White debe tomar una decisión en base a la nueva circunstancia;
si se quemaran estas cartas, los críticos podrían suponer que otros
documentos pueden haber sido destruidos
.
2. La historia de cómo Elena
G.
de White enfrentó un momento
extremadamente difícil en su vida, puede ayudar a otros que pasan
por las mismas circunstancias en la actualidad
.
Debido a que muchos creyentes ya están en conocimiento de esta
difícil situación por la que pasó la familia White, y con la esperanza
de que otros que enfrenten condiciones similares puedan recibir
ánimo al conocer estas cartas y al entender las circunstancias que
las rodearon, es que se ha decidido publicarlas
.
El contexto de las cartas
Aquellos que han tenido que tratar con personas que han sido
víctimas de derrames pueden identificarse con Elena
G.
de White
cuando escribió:
“No he perdido el amor por mi esposo, pero hay
cosas que no puedo explicar”.—
Carta 67, 1876
.
Una semana antes
había escrito:
“No puedo menos que sentir temor por los repentinos
cambios en la forma de ser de Jaime”.—
Carta 64, 1876
.
El cambio
de personalidad que afectó a Jaime White después de haber tenido
varios derrames era difícil de entender, no solo para su esposa, sino
para sus colaboradores
.
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