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Hijas de Dios
Me siento mejor que esta vez haya sido un ataque de parálisis.
Está muy quieto, paciente, tierno y bondadoso. Sus cuidados depen-
den mayormente de mí, ya que cuando me siento a su lado parece
sentirse tranquilo. Pero nuestra fe está reclamando las promesas de
Dios en su favor para una completa recuperación, y creemos que nos
será concedido. Dios tiene una gran obra para él y para mí, y nos
dará fuerzas para realizarla.
Dios me ha sostenido en la doble carga que me tocó llevar en los
cinco congresos a los que he asistido. Me siento con el mejor de los
ánimos. Trabajé en forma extremadamente dura, pero el Señor me
ayudó. Ahora espero completar el libro, y entonces dejar de escribir
por el momento.—
Manuscript Releases 10:36-37 (1877)
.
Jaime White parece ser el mismo de antes
—Pude hablar con
plena libertad durante una hora; todos prestaban mucha atención. La
mejor parte de todo fue que papá fue hasta la plataforma y cantó y
oró como antes. Esta es la obra que Dios ha hecho, y es su nombre el
que debe recibir toda la gloria.—
Manuscript Releases 10:36 (1877)
.
Carta escrita pocas semanas después de la muerte de Jaime
White
—Extraño a papá más y más, y especialmente siento su pér-
dida cuando estoy aquí en las montañas. Ha sido una cosa muy
diferente haber estado aquí con él, que ahora sin él. Nuestra vida
estaba tan entretejida que me resulta casi imposible ser de alguna
utilidad sin él.—
Carta 17, 1881
.
Cartas escritas años después de la muerte de Jaime White
—
Después mi esposo, el fiel siervo de Jesucristo, quien estuvo a mi
lado durante 36 años, me fue quitado, y yo quedé para trabajar so-
la. El duerme en Jesús. No tengo lágrimas para derramar sobre su
sepulcro. ¡Pero cuánto lo echo de menos! ¡Cómo anhelo sus pala-
bras de consejo y sabiduría! ¡Cómo anhelo escuchar sus oraciones
mezcladas con mis oraciones para pedir luz y dirección, para pedir
sabiduría a fin de saber cómo planificar la obra!—
Mensajes Selectos
2:296 (1899)
.
Mi esposo murió en 1881. Desde ese tiempo he hecho más traba-
jo que en el resto de mi vida para llevar adelante la responsabilidad
de escribir y publicar libros. Cuando mi esposo estaba en su lecho
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de muerte, le prometí que con la ayuda de nuestros dos hijos, y si el
Señor me daba fuerzas, llevaríamos adelante la obra que habíamos
realizado juntos. No he buscado una vida fácil; he rehusado fracasar