Página 39 - Hijas de Dios (2008)

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Mujeres notables del Antiguo Testamento
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Israel, y había recibido la seguridad de que Dios iría con él y subyu-
garía a sus oponentes, todavía actuaba en forma tímida y desconfiada.
Aceptaba el mensaje de Débora como palabra de Dios, pero tenía
poca confianza en Israel y temía que no obedecieran su llamado a las
armas. Rehusaba entrar en tan dudosa empresa, a menos que Débora
lo acompañase y apoyase sus esfuerzos con su influencia y consejo.
Débora consintió, pero le advirtió que por su falta de fe, la victoria
no le traería honores a él, sino que Sísara sería entregado en manos
de una mujer [...].
Los israelitas habían obtenido una posición fuerte en las monta-
ñas, y esperaban la oportunidad favorable para el ataque. Animado
por las palabras de Débora de que el día de una victoria señalada
había llegado, Barac dirigió su ejército hacia la llanura y cargó con
bravura sobre el enemigo. El Dios de la batalla peleó por Israel, y
ni la habilidad guerrera, ni la superioridad numérica, ni las mejores
armas, pudieron resistirlos. Las huestes de Sísara entraron en pánico.
Aterrorizados, solamente buscaban cómo escapar. Un gran número
fue muerto, y la fuerza del ejército invasor fue destruida. Los israeli-
tas actuaron con fervor y coraje, pero únicamente Dios podía haber
desarticulado al enemigo, y la victoria debía atribuirse solo a él.
Cuando Sísara vio que su ejército era derrotado, abandonó su
carruaje e intentó escapar a pie, como un soldado común. En su
huida se aproximó a la tienda de Heber, uno de los descendientes de
Jetro. En ausencia de Heber, Jael, su esposa, le ofreció una bebida
refrescante y oportunidad para reposar. Pronto el cansado general se
había dormido.
Al principio Jael no sabía quién era su huésped, y resolvió es-
conderlo. Pero alertada de que era Sísara, el enemigo de Dios y
de su pueblo, cambió de opinión. Venciendo su rechazo natural a
realizar tal acto, mató al enemigo mientras dormía, atravesándole
una estaca entre sus sienes y afirmándolo al suelo. Cuando Barac,
en persecución de su enemigo, pasó por el lugar, fue llamado por
Jael para que contemplara al vanaglorioso capitán muerto [...] por
las manos de una mujer.
Débora celebró el triunfo de Israel con un canto sublime y apa-
sionado. En él, le dio a Dios toda la gloria por su liberación, y llamó
al pueblo a alabarlo por sus maravillosas obras. Alertó a los reyes y
príncipes de las naciones vecinas acerca de lo que había hecho Dios