Página 45 - Hijas de Dios (2008)

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Mujeres notables del Antiguo Testamento
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había evitado la calamidad. Mientras escuchaba, comprendió el mal
que habría resultado si no hubiera sido por la discreción de Abigail,
y su corazón se llenó de angustia. Paralizado por el terror, se sentó,
y nunca más se recobró del impacto.
Esta historia nos permite ver que hay circunstancias en las que
es correcto que una mujer actúe rápidamente, con decisión e inde-
pendencia, cuando sabe cuál es el camino del Señor. La esposa debe
mantenerse al lado de su esposo como su igual, compartiendo las
responsabilidades de la vida y dándole el debido respeto a quien la
ha elegido como compañera de la vida.
El Señor desea que la esposa le de el debido respeto a su esposo,
siempre que esto esté de acuerdo a la voluntad de Dios. En el carácter
de Abigail, la esposa de Nabal, tenemos un magnífico ejemplo de
lo que una mujer debe llegar a ser, siguiendo a Cristo; mientras
que en la experiencia de su esposo hay una ilustración de lo que
un hombre puede llegar a ser cuando cede su vida al control de
Satanás.—
Manuscript Releases 21:213-215 (1891)
.
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Hulda, la profetisa
Este capítulo está basado en 2 Reyes 22.
Desde su más temprana juventud y desde su posición de rey,
Josías se había esforzado por exaltar los principios de la santa ley de
Dios. Y mientras Safán el escriba estaba leyendo el libro de la ley,
el rey comprendió que este libro, que era un tesoro de conocimiento,
podía ser un poderoso aliado en la obra de reforma que él deseaba
ver hecha en la tierra. Resolvió caminar a la luz de sus consejos, y
hacer cuanto estuviera de su parte para que el pueblo conociera sus
enseñanzas y, si fuera posible, cultivase la reverencia y el amor por
la ley del cielo.
Pero, ¿Sería posible, acaso, producir la reforma tan necesaria?
Israel casi había llegado al límite de la paciencia divina, y Dios pron-
to se levantaría para castigar a quienes habían traído deshonor a su
nombre. La ira del Señor ya se estaba encendiendo contra su pueblo.
Sobrecargado con pena y angustia, Josías rasgó sus vestiduras y se
postró ante Dios en agonía de espíritu. Oró buscando el perdón de
los pecados de una nación impenitente.