Página 92 - Hijas de Dios (2008)

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Hijas de Dios
bajo las órdenes del mayor Maestro que el mundo ha conocido. Es
esencial que aprendan a comunicar el conocimiento de la verdad que
reciben. La práctica de hablar a otros acerca de Cristo; de leerles
y explicarles su Palabra, fijará en la mente del estudiante tanto la
Palabra como la verdad que esta enseña.
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“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón [...] y a tu prójimo
como a ti mismo”.
Lucas 10:27
. Este es el mandato de Dios. Y Jesús
nos dejó un requerimiento adicional: “Este es mi mandamiento:
Que os améis unos a otros, como yo os he amado”.
Juan 15:12
. No
debemos simplemente amar al prójimo como a nosotros mismos,
sino amarnos unos a otros como Cristo nos ha amado. “Como el
Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi
amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así
como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco
en su amor. Estas cosas os he hablado para que mi gozo esté en
vosotros, y vuestro gozo sea completo. Este es mi mandamiento:
Que os améis unos a otros, como yo os he amado”.
Juan 15:9-12
.
Tanto los estudiantes como los maestros de nuestra escuela deben
entrar en contacto con los miembros de la comunidad en la que viven.
Debemos cultivar en otros el amor que Cristo ha manifestado hacia
nosotros. La verdad no se mantiene en el corazón a menos que por
amor se trabaje para salvar las almas que están a punto de perecer.
El Señor Dios de Israel nos previene a no seguir precisiones
humanas; a no marcar una línea que todos deben seguir. Algunos
métodos equivocados de enseñanza se han considerado tan esencia-
les que todos deben seguirlos. Hábitos y opiniones personales de
aquellos conectados con nuestras escuelas han sido idolatrados y
considerados suprema autoridad. Un elemento diferente debe ser
traído a nuestras escuelas. La gran necesidad de nuestros maestros
es vivir cotidianamente en una consciente y amante comunión con
los principios de la verdad, la justicia y la misericordia, puesto que
esa es la atmósfera del cielo. Los deberes y requisitos de los estu-
diantes no deben ser tan grandes que ellos descuiden hablar con el
Señor Jesús, el gran Maestro. Permitamos que sus corazones sean
suavizados y subyugados por la santa influencia del Espíritu que
mora en Cristo.
Es esencial enseñar a los estudiantes a realizar obra misionera,
no solo con pluma y voz, sino por la práctica en sus varias líneas. La