La mujer en la medicina
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reciban el más amplio entrenamiento posible. De igual manera, es
esencial que las mujeres reciban el mismo entrenamiento, y obtengan
sus diplomas que les permita ejercer la ciencia médica.—
Special
Testimonies on Education, 15, 1-2 (1911)
.
Se necesita un gran número de mujeres médico
—En nuestras
instituciones médicas siempre debiera haber mujeres de edad madura
y buena experiencia que hayan recibido entrenamiento especial para
tratar a las pacientes. Su educación y calificaciones debieran ser
tan completas como sea posible, de tal manera que puedan tratar
las delicadas enfermedades que afectan a las mujeres, sin que estas
tengan que exponer sus órganos privados a la vista de un hombre.
Debiera haber un número mayor de mujeres en la obra médica, no
solo para actuar como enfermeras, sino como médicas. Es una de las
prácticas más terribles que las mujeres tengan que exponerse ante los
hombres, y los hombres ante las mujeres para ser tratados.—
Special
Testimonies on Education, 15, 13-14 (1911)
.
Una pareja de médicos puede actuar eficientemente
—En la
obra médica misionera que debe ser hecha, las mujeres debieran
tratar a las mujeres. Un matrimonio de médicos pueden hacer mucho
bien cuando trabajan juntos. La esposa puede visitar a las mujeres,
y cuando encuentra enfermedad y sufrimiento puede consultar con
su esposo acerca del mejor método de ayudarlas. Debiéramos tener
más mujeres de las que tenemos ejerciendo la medicina. Cuando las
mujeres enfermas son tratadas por una mujer, se cierra una puerta
por la que Satanás intenta entrar. Se me han presentado muchos
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casos en los que Satanás usó esa puerta para arruinar a las familias.
No permitamos que él tenga ventajas en ningún punto.
Desearía que todos entendieran este asunto. En nuestros sanato-
rios debiera haber doctoras que estén junto a sus esposos médicos
para examinar a las mujeres y darles los tratamientos. Muchas otras
mujeres sensibles, plenamente convertidas, debieran llegar a ser
médicos con buena preparación.
Se me ha dado la instrucción de que nuestros sanatorios debieran
tener médicos de ambos sexos.—
Medical Ministry, 140 (1910)
.