Capítulo 6—La mujer en la medicina
El que trabaja de acuerdo con el plan de Dios orará: “Sépase hoy
en mi obra para la humanidad doliente que hay un Dios en Israel, y
que yo soy su siervo; véase que estoy procediendo, no de acuerdo
con mis propios impulsos y sabiduría, sino con tu Palabra”.—
El
Ministerio de la Bondad, 127-128
.
Las mujeres deben recibir capacitación sanitaria
—De forma
señalada, Dios nos ha permitido poseer algunas instituciones que
han de constituirse en agentes para cumplir la obra de reforma a la
que como pueblo hemos sido llamados. En este tiempo, el talento
de cada obrero debe considerarse un sagrado legado para extender
la obra de reforma. El Señor me ha instruido que nuestras hermanas
que han sido capacitadas para asumir puestos de responsabilidad,
deben servir con fidelidad y discernimiento para ejercer una sa-
bia influencia. Junto con sus hermanos en la fe deben obtener una
experiencia que las capacite para responsabilidades aun mayores
[...].
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En tiempos antiguos, el Señor realizó maravillas mediante muje-
res consagradas que unieron sus esfuerzos con aquellos hombres que
habían sido llamados a ser los representantes de Dios. Hubo mujeres
que ganaron grandes y decisivas victorias. Más de una vez en tiem-
pos de crisis, fueron colocadas en puestos de gran responsabilidad,
lo cual les permitió salvar muchas vidas [...].
Hay muchas mujeres que tienen la habilidad de acompañar a sus
esposos en la obra de salud; pueden dar tratamientos a los enfermos
y hablar palabras de ánimo y consuelo. Algunas de ellas pueden
buscar la educación que las capacite para actuar como médicos.
Debe hacerse una obra positiva en esta línea de servicio. Tanto
las mujeres como los hombres deben recibir entrenamiento médico
adecuado. Las mujeres debieran especialmente estudiar las enfer-
medades comunes al sexo femenino para aprender a tratarlas. Se
considera esencial que los hombres que desean practicar medicina
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