Página 112 - Hijas De Dios (1999)

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Hijas De Dios
Mientras estaba en Norteamérica se me brindó luz sobre este te-
ma. Se me dio instrucción sobre asuntos que deben ser considerados.
Se ha hecho una injusticia con aquellas mujeres que trabajan con
tanta dedicación como sus esposos, y cuya tarea es reconocida por
Dios y considerada tan importante como la de sus esposos. El mé-
todo de pagar a los hombres sin hacerlo a las esposas que trabajan,
no cuenta con la aprobación de Dios. Es una injusticia y un error.
El Señor no favorece este plan. Si este método se sigue en nuestra
Asociación, nuestras hermanas se desanimarán y dejarán de hacer la
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obra en la que debieran estar envueltas.
Se comete un error cuando se deja toda la carga del trabajo
sobre los ministros. Este arreglo se ha hecho sin consultar con Dios.
Algunas damas están enseñando a mujeres jóvenes a dar con éxito
estudios bíblicos y visitar las familias. Y estas mujeres que trabajan
en la causa de Dios debieran recibir sueldos proporcionados al
tiempo que dedican. Dios es un Dios de justicia; y si los ministros
reciben sueldo por su trabajo, también sus esposas, que se consagran
a la tarea con todo su interés y son obreras juntamente con Dios,
debieran recibir un sueldo adicional al de sus esposos, aunque no lo
soliciten. Cuando el ministro consagrado y su esposa se unen en el
trabajo, debieran recibir el sueldo de dos obreros; esto les permitirá
contar con los medios necesarios para invertirlos en la causa de
Dios como ellos dispongan. El Señor ha puesto su Espíritu sobre
ambos. Y si el esposo muriera y dejara sola a su esposa, ésta estará
capacitada para continuar la tarea en la causa de Dios y para recibir
el salario por ese trabajo.—
Manuscript Releases 5:29-31 (1898)
.
Que nadie piense que las damas no deben recibir sueldos
justos.
Elegid a mujeres que desempeñen su parte con fervor. El Señor
utilizará a mujeres inteligentes en la obra de enseñar. Y nadie piense
que no deben recibir remuneración por sus labores esas mujeres
que comprenden la Palabra y tienen habilidad para enseñar. Debiera
pagárseles así como se les paga a sus esposos. Hay una gran obra
que deben realizar las mujeres en la causa de la verdad presente.
Mediante el ejercicio de tacto femenino y el uso sabio de sus co-
nocimientos de la verdad bíblica, pueden eliminar dificultades que