Página 122 - Hijas De Dios (1999)

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Hijas De Dios
muerte, pronto aprenden por experiencia que esas flores se marchitan
tan pronto como se las recibe, y en lugar de perfume exhalan un olor
desagradable y nauseabundo.
María, ¿no quisieras dedicar a Dios el poco tiempo que se nos
da para asegurar tu felicidad presente y eterna? Te ruego que lo
hagas con todo fervor. No rindas culto a tu apariencia personal que
de ninguna manera recibe el favor de Dios. Dios se agrada de la
dignidad moral. Pedro dice: “Vuestro atavío no sea el externo de
peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino
el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu
afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios”.
1 Pedro
[127]
3:3-4
.
Busca tener ese espíritu manso y apacible. Trata de desechar
ese espíritu que te controla en gran medida; que trae el deseo de
continuo cambio. Busca la justicia y la mansedumbre. Creo que Dios
te dará su gracia si te vuelves a él de todo tu corazón y pones a Cristo
en primer lugar. Aprende a servirle. Estudia la Biblia y pídele a Dios
que ilumine tu mente para entender sus sagradas enseñanzas que por
tanto tiempo has descuidado y despreciado. Vuelca tu atención a las
palabras de vida. “Escudriñad las Escrituras”.
Durante toda tu vida, tu corazón ha estado en rebelión contra
Dios. Has despreciado su misericordia y has elegido las cosas pla-
centeras del mundo y el servicio a Satanás en lugar del servicio a
Cristo. Pero Jesús, con su ilimitada misericordia, aún te invita a ele-
girlo como tu Salvador para llegar a ser una hija de Dios y heredera
de su gloria. Puedes elegir la vida y la salvación, o elegir el culto al
yo, y dedicar las preciosas horas de este tiempo de prueba para hacer
tu persona atractiva a los ojos de los sensuales y mundanos. Puedes
recibir aduladoras palabras de sus labios para después cosechar lo
que has estado sembrando: corrupción. Ese pobre cuerpo mortal que
ha sido tu dios y tu ídolo, será cortado como el pasto y se marchitará
como la hierba verde. ¡Oh, María! cuán doloroso ha sido para mí ver
que has dedicado casi completamente tus pensamientos a tu propia
persona, a tu vestido, a tu apariencia. Tu mente parece haber estado
completamente ocupada en estas cosas.
La Palabra de Dios nos exhorta a estudiar cómo presentarnos
ante Dios aprobados. ¿Cuánto has estudiado esta importante lección?
Mas bien has buscado la aprobación de los amantes del placer y