Página 127 - Hijas De Dios (1999)

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La obra de temperancia
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táramos a las representantes de esta Unión a participar en nuestro
programa. Esto les ayudaría a conocer los principios de nuestra fe,
y abriría el camino para que podamos unirnos a ellas en el trabajo
de temperancia. Si lo hiciéramos, veríamos que la temperancia es
mucho más de lo que algunos de los nuestros han pensado. En va-
rios asuntos las obreras de esta organización han avanzado más que
nuestros dirigentes. El Señor tiene preciosas almas allí que pueden
ayudarnos grandemente en nuestros esfuerzos para hacer avanzar la
causa de la temperancia. Y la educación que tiene nuestro pueblo
en las verdades de la Biblia y en la ley de Jehová, puede capacitar
a nuestras hermanas a impartir a estas nobles representantes de la
temperancia algo que será beneficioso para su bienestar espiritual.
Entonces, en lugar del prejuicio y de los malos entendidos que han
existido en el pasado, se puede crear una corriente de simpatía y
unidad.—
The Review and Herald, 15 de octubre de 1914
.
Sra. Henry, dirigente de la unión de mujeres por la
temperancia
La Sra. Henry, una de las dirigentes de la Unión de Mujeres por
la Temperancia Cristiana, se convirtió al Adventismo mientras era
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paciente de nuestro Sanatorio de Battle Creek. Aunque en ese tiempo
la Hna. White vivía en Australia y no habían tenido la oportunidad
de conocerse personalmente, rápidamente se hicieron amigas por
correspondencia. El siguiente extracto de cartas de Elena G. de
White dirigidas a la Sra. Henry, muestra el tipo de relación que
puede existir entre las damas adventistas y las representantes de
esta organización de temperancia
.
Me sentiré muy complacida cuando pueda sentarme a su lado
y conversar acerca de los diversos incidentes en su experiencia.
Tengo un ferviente deseo de conocerla, y no es imposible que aun
en esta vida nos veamos cara a cara. Cuando supe de la gracia de
Dios hacia usted, me sentí muy agradecida a mi Padre celestial por
haber hecho que la luz de la verdad resplandeciera en las cámaras
de su mente y en el templo de su alma. A través del océano Pacífico
podemos tomarnos de la mano de la fe y gozar de dulce comunión.
Me regocijo por las oportunidades que tiene de encontrarse con la
gente. Alabo al Señor por lo que ha hecho por usted; porque el gran