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Hijas De Dios
todo lo bueno, todo lo alegre que pueda alivianar vuestros pasos y
acompañar vuestros pensamientos durante todo el día.
Continuad este ejercicio y no permitáis que nadie se interponga.
Usad las extremidades que Dios os ha dado y pedidle a él fuerzas
para hacerlo. Pero las fuerzas que pidáis debéis ejercitarlas cada día,
puesto que no veréis ningún cambio a menos que lo experimentéis
día a día. Dadle al Señor la oportunidad de hacer algo por vosotras,
tomando vosotras mismas el primer paso. Y cada día, aunque tengáis
una sensación de cansancio, en verdad habrá progreso. El sueño os
recuperará. Y aquellas que incrementen sus esfuerzos notarán que,
si ahora no pueden dar más que unos pocos pasos; que no pueden
trasladarse ni siquiera de la casa a la iglesia, después estarán en
condiciones de caminar dos o tres kilómetros sin resentirse.
Algunas, después de haberme escuchado acerca de la necesi-
dad de caminar, recibieron mis ideas y decidieron inmediatamente
ponerlas en práctica. Comenzaron su primera práctica caminando
cerca de un kilómetro, y se sintieron tan cansadas y exhaustas, que
consideraron que no era lo mejor para ellas. Se fueron a un extremo;
no podían caminar tanto sin resentirse. Y algunas tienen la tendencia
a irse a los extremos. No pueden fijar una regla y estar contentas con
cumplirla; tienen que hacer más. Fallan en hacer un buen uso de la
razón que el cielo les ha concedido.—
The Health Reformer, 1 de
julio de 1868
.
El ejercicio es esencial
La siguiente, es parte de una carta que Elena G. de White escri-
biera a Edith Andrews, hija de J.N. Andrews, el primer misionero al
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extranjero
.
La atención de la salud es uno de los deberes más importantes.
Nos debemos a nosotros mismos, a la sociedad y a Dios. Los jóvenes
y las señoritas son notoriamente descuidados con relación a su salud.
Cientos mueren en su juventud, no por acción de la Providencia sino
por su propio descuido. Muchas jóvenes salen vestidas livianamente
en tiempo de invierno. Otras eligen sentarse a leer o escribir, cuando
deberían estar haciendo ejercicio físico. Dios nos ha dado los órganos
para utilizarlos; la maquinaria viviente no debe ser dejada inactiva
para que se oxide. Se requiere dominio propio para mantener en