Página 208 - Hijas De Dios (1999)

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Hijas De Dios
ansiedad, habéis fracasado seriamente en hacer la obra que el Señor
les encomienda a los padres hacer. Vuestros hijos no han tenido
restricciones; se les ha complacido en todo para su perjuicio. No han
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sido traídos a la sujeción que Dios requiere.
Han existido serias faltas en la instrucción de vuestros hijos.
Vuestros varones no han sido educados correctamente, y con vues-
tra hija habéis sido especialmente indulgentes. Tanto es así, que su
utilidad para la vida se ha tornado muy pequeña. Su atención se ha
centrado mayormente en sí misma y su mente se ha tornado ego-
céntrica. Tiene aversión al trabajo, y usando la excusa de cualquier
indisposición, ha sido eximida de toda tarea. Debido a que hablábais
delante de ella y aceptábais sus excusas, su imaginación se excitó
en esa dirección. La madre ha soportado todas las pesadas cargas
que debía haber compartido con su hija y con sus hijos varones.
La madre se hubiese evitado mucho sufrimiento en la forma de
agudos ataques de enfermedad, si hubiera tenido la ayuda de sus
hijos, especialmente de la hija. Tal labor hubiera sido una bendición
para la madre, y hubiese sido saludable también para la hija quien
se hubiera evitado esas indisposiciones...
Otro mal que amenaza destruir la utilidad de su hija es su amor
por el mundo y su orgullo en la apariencia personal. Ella ha desarro-
llado una afectación que puede matar su espiritualidad.
Hna. Bailey, usted ha cometido un serio error en la crianza de
sus hijos. Cuando la rama se dobla, el árbol se inclina. Al ser com-
placiente con sus errores y al excusar su falta de respeto por la
autoridad, ha puesto en peligro su salvación. Los niños que no son
educados a ser corteses y respetar los pedidos de los padres, no ten-
drán un correcto sentido de su deber para con Dios y sus demandas
de obediencia y sumisión...
Los niños que reciben toda la abundancia y hospitalidad de los
padres, deben entender que, en respuesta a todo lo que se les brinda,
deben mostrar respeto por la autoridad de sus progenitores. Sin la
gracia de Dios, sus hijos le causarán muchos dolores de cabeza y la
más profunda angustia, sin que ellos sientan el menor remordimiento.
La más pequeña restricción será considerada por ellos como una
invasión de sus derechos y despreciarán el reproche.
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Aunque sus hijos han perdido los beneficios de una instrucción
temprana, usted puede redimir el tiempo cambiando enteramente su