Página 33 - Hijas De Dios (1999)

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Mujeres notables del Antiguo Testamento
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la primera discordia en el cielo, y el albergarla ha obrado males
indecibles entre los hombres. “Porque donde hay celos y contención,
allí hay perturbación y toda obra perversa”.
Santiago 3:16
...
De Cades los hijos de Israel habían regresado al desierto; y una
vez terminada su estadía allí, “Llegaron... toda la congregación, al
desierto de Zin, en el mes primero, y acampó el pueblo en Cades”.
Números 20:1
.
Allí murió y fue sepultada María. Tal fue la suerte de los millones
que con grandes esperanzas salieron de Egipto. De la escena de
regocijo a orillas del mar Rojo, cuando Israel salió con cantos y
danzas a celebrar el triunfo de Jehová, llegaron a la sepultura del
desierto, fin de toda una vida de peregrinación. El pecado había
arrebatado de sus labios la copa de bendición.—
Historia de los
Patriarcas y Profetas, 401-405, 434-435 (1890)
.
Séfora, esposa de Moisés
Este capítulo está basado en Éxodo 2.
Cuando Moisés huyó de Egipto a la tierra de Madián, conoció a
Séfora, la hija de Jetro, y se casó con ella.
Cediendo al espíritu de desafecto, María halló motivo de queja
en cosas que Dios había sobreseído especialmente. El matrimonio
de Moisés la había disgustado. El hecho de que había elegido esposa
en otra nación, en vez de tomarla de entre los hebreos, ofendía
a su familia y al orgullo nacional. Se la trataba a Séfora con un
menosprecio mal disimulado.
Aunque se la llama “mujer cusita” (
Números 12:1
), o “etíope”,
la esposa de Moisés era de origen madianita, y por lo tanto, descen-
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diente de Abrahán. En su aspecto personal difería de los hebreos
en que era un tanto más morena. Aunque no era israelita, Séfora
adoraba al Dios verdadero. Era de un temperamento tímido y re-
traído, tierno y afectuoso, y se afligía mucho en presencia de los
sufrimientos.—
Historia de los Patriarcas y Profetas, 402-403 (1890)
.
Mientras se alejaba de Madián, Moisés tuvo una terrible y sor-
prendente manifestación del desagrado del Señor. Se le apareció-un
ángel en forma amenazadora, como si fuera a destruirle inmedia-
tamente. No le dio ninguna explicación; pero Moisés recordó que