Página 62 - Hijas De Dios (1999)

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Hijas De Dios
[La mujer samaritana] dio pruebas de ser una misionera más
eficaz que los propios discípulos. Ellos no vieron en Samaria indicios
de que fuera un campo alentador. Fijaban sus pensamientos en una
gran obra futura, y no vieron que en derredor de sí había una mies
que segar. Pero por medio de la mujer a quien ellos despreciaron,
toda una ciudad llegó a oír de Jesús. Ella llevó enseguida la luz a
sus compatriotas. Esta mujer representa la obra de una fe práctica
en Cristo.—
El Ministerio de Curación, 69-70 (1905)
.
La mujer que tocó el manto de Jesús
Este capítulo está basado en Marcos 5 y Lucas 8.
Esta mujer había estado enferma por muchos años. Los médicos
no habían podido ayudarla; pero ella creía que si pudiese tocar a
Cristo, sería sanada.
Abrid la puerta de vuestro corazón y Cristo, el huésped celestial,
entrará... Podéis tener una fe nominal como la de la gente que apre-
tujaba a Cristo en las calles de Judea; pero esa fe no la conectaba
con él. Necesitáis una fe similar a la de la pobre mujer que había
estado enferma por muchos años. Había buscado la ayuda de los
médicos, pero empeoraba más y más. Cuando escuchó acerca de
Cristo se despertó su fe en él. Creía que si tan sólo pudiese tocar el
borde de su manto sería sanada. Y Cristo comprendió el anhelo de
su corazón. El comprende el deseo de cada corazón que se acerca a
él, y está listo a responder. Esta pobre mujer necesitada de ayuda,
buscó la oportunidad de llegar hasta la presencia de Jesús. Aunque
una multitud lo rodeaba, ella insistió hasta que pudo tocar su manto;
y al momento fue sanada. Y Cristo también sintió que el poder de
sanamiento había emanado de él. El sentido de necesidad y la fe de
ella habían permitido que fuese sanada. Así ocurrirá con cada uno
que, sintiendo su necesidad, acude a Cristo y con fe se aferra a él.
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Cristo preguntó quién lo había tocado, y sus discípulos se mos-
traron sorprendidos de que hiciera tal pregunta siendo que estaba
rodeado por una multitud. “La multitud te aprieta y oprime, y dices:
¿Quién es el que me ha tocado?”
Lucas 8:45
. Pero Jesús se refería a
un toque de fe, no a uno casual de alguien en la multitud. Un alma
anhelante estaba buscando un tipo de ayuda que sólo él podía dar. Y