Página 64 - Hijas De Dios (1999)

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Hijas De Dios
hija. Había resuelto llevar su aflicción a Jesús. El debía sanar a su
hija. Ella había buscado ayuda en los dioses paganos, mas no la
había obtenido. Y a veces se sentía tentada a pensar: ¡Qué puede
hacer por mí este maestro judío? Pero había llegado esta nueva: Sana
toda clase de enfermedades, sean pobres o ricos los que a él acuden
por auxilio. Y decidió no perder su única esperanza.
Cristo conocía la situación de esta mujer. El sabía que ella an-
helaba verle, y se colocó en su camino. Ayudándola en su aflicción,
el podía dar una representación viva de la lección que quería ense-
ñar...El pueblo al cual había sido dada toda oportunidad de compren-
der la verdad no conocía las necesidades de aquellos que le rodeaban.
No hacía ningún esfuerzo para ayudar a las almas que estaban en
tinieblas. El muro de separación que el orgullo judío había erigido
impedía hasta a los discípulos sentir simpatía por el mundo pagano.
Pero las barreras debían ser derribadas.
Cristo no respondió inmediatamente a la petición de la mujer...
Pero aunque Jesús no respondió, la mujer no perdió su fe. Mientras él
obraba como si no la hubiese oído, ella le siguió y continuó suplicán-
dole...La mujer presentaba su caso con instancia y creciente fervor,
postrándose a los pies de Cristo y clamando: “¡Señor, socórreme!”...
El Salvador está satisfecho. Ha probado su fe en él. Por su trato
con ella, ha demostrado que aquella que Israel había considerado
como paria, no es ya extranjera sino hija en la familia de Dios. Y
como hija, es su privilegio participar de los dones del Padre. Cristo
le concede ahora lo que le pedía, y concluye la lección para los discí-
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pulos. Volviéndose hacia ella con una mirada de compasión y amor,
dice: “Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres”.
Vers. 28
. Desde aquella hora su hija quedó sana. El demonio no la
atormentó más. La mujer se fue, reconociendo a su Salvador y feliz
por haber obtenido lo que pidiera.—
El Deseado de Todas las Gentes,
365-368 (1898)
.
La madre de Santiago y Juan
Este capítulo está basado en Mateo 20.
En cierta ocasión, Santiago y Juan presentaron por medio de
su madre la petición de que se les permitiera ocupar las más altas