Página 109 - La Historia de la Redenci

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Las peregrinaciones del pueblo de Israel
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ellos una ayuda constante. Si lo invocaban en su necesidad, él les
daría señales de su amor y de su continuo cuidado.
Pero parecía que no estaban dispuestos a confiar en el Señor ni
un poco más si no podían ver con sus ojos las constantes evidencias
de su poder. Si verdaderamente hubieran tenido fe y una firme con-
fianza en Dios, habrían soportado alegremente los inconvenientes y
obstáculos, y aun el verdadero sufrimiento, puesto que el Señor había
obrado de una manera tan maravillosa para librarlos de la esclavitud.
Además, el Altísimo les prometió que si obedecían sus mandatos
ninguna enfermedad les sobrevendría, pues les había dicho: “Yo soy
Jehová tu sanador”.
Después de esta definida promesa de Dios era en verdad una
incredulidad culpable de parte de ellos anunciar que sus hijos pere-
cerían de hambre. Habían sufrido muchísimo en Egipto por causa
del exceso de trabajo. Sus hijos habían sido asesinados, y en res-
puesta a sus oraciones y a su angustia el Señor los había liberado
misericordiosamente. Les prometió ser su Dios, aceptarlos como su
pueblo y conducirlos a una tierra amplia y buena.
Pero estaban listos para desfallecer ante cada dificultad que
debían soportar en su camino a esa tierra. Habían sufrido mucho
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mientras servían a los egipcios, pero no podían soportar el sufri-
miento mientras servían a Dios. Estaban dispuestos a abandonarse a
sombrías dudas y a sumergirse en el desánimo cada vez que se los
probaba. Murmuraron contra Moisés, el consagrado siervo de Dios,
lo responsabilizaron de todas sus pruebas, y expresaron el malvado
deseo de haberse quedado en Egipto, donde podían sentarse junto a
las ollas de carne y comer pan hasta hartarse.
Una lección para nuestros días
La incredulidad que evidenciaban las murmuraciones de los
hijos de Israel ilustran la condición del pueblo de Dios que vive
ahora sobre la tierra. Muchos repasan su historia, y se maravillan
de su incredulidad y sus continuas murmuraciones, después que el
Señor hizo tanto por ellos, y les dio tantas evidencias de su amor
y su cuidado. Creen que ellos no hubieran sido desagradecidos.
Pero algunos de los que piensan así murmuran y se quejan ante
cosas de muy poca importancia. No se conocen a sí mismos. Dios