Página 118 - La Historia de la Redenci

Basic HTML Version

114
La Historia de la Redención
“El sonido de la bocina iba aumentando en extremo; Moisés
hablaba, y Dios le respondía con voz tronante. Y descendió Jehová
sobre el monte Sinaí, sobre la cumbre del monte; y llamó Jehová a
Moisés sobre la cumbre del monte, y Moisés subió. Y Jehová dijo
a Moisés: Desciende, ordena al pueblo que no traspase los límites
para ver a Jehová, porque caerá multitud de ellos. Y también que se
santifiquen los sacerdotes que se acerquen a Jehová, para que Jehová
no haga en ellos estragos”.
[143]
De ese modo entonces el Señor promulgó su ley en medio de una
terrible majestad desde la cima del Sinaí, para que su pueblo creyera.
Acompañó la promulgación de la ley con una sublime exhibición
de su autoridad, para que supieran que es el único Dios verdadero y
viviente. No se permitió que Moisés entrara en la nube de gloria, sino
que se acercara y penetrara en las espesas tinieblas que lo rodeaban.
Y estuvo de pie entre el pueblo y el Señor.
Se promulga la ley de Dios
Después que el Señor hubo dado todas esas evidencias de su
poder, les dijo quién era: “Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de
la tierra de Egipto, de casa de servidumbre”. El mismo Dios que
manifestó su poder entre los egipcios, dio entonces su ley:
“No tendrás dioses ajenos delante de mí.
“No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba
en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.
No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu
Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los
hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,
y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis
mandamientos.
“No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no
dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano.
“Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabaja-
rás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová
tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu
siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de
tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el
[144]