Página 123 - La Historia de la Redenci

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La ley de Dios
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mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes”.
Génesis
26:5
.
El Señor se le apareció a Abrahán y le dijo: “Yo soy el Dios
Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto. Y pondré mi pacto
entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera”.
Génesis 17:1, 2
. “Y
estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti
en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu
descendencia después de ti”.
Ver. 7
.
Después requirió que Abrahán y su descendencia se circuncida-
ran, lo que era un círculo cortado en la carne, como señal de que Dios
los había cortado y separado de todas las naciones para que cons-
tituyeran su tesoro especial. Mediante esa señal se comprometían
solemnemente a no contraer matrimonio con personas provenientes
de otras naciones, porque si lo hacían podían perder su reverencia
por Dios y su santa ley, y llegarían a ser semejantes a los pueblos
idólatras que los rodeaban.
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Mediante el acto de la circuncisión aceptaban solemnemente
cumplir su parte de las condiciones del pacto hecho con Abrahán, es
a saber, mantenerse separados de todas las naciones y ser perfectos.
Si los descendientes de Abrahán se hubieran mantenido separados
de las otras naciones, no habrían caído en la idolatría. Al mantenerse
separados de las otras naciones, la gran tentación de participar de
sus costumbres pecaminosas y de revelarse contra Dios no hubiera
existido para ellos. Perdieron en gran medida su carácter peculiar
y santo al mezclarse con las naciones que los rodeaban. A fin de
castigarlos, el Señor trajo hambre sobre la tierra, lo que los obligó a
descender a Egipto para preservar su vida. Pero Dios no los olvidó
mientras estaban en Egipto, por causa de su pacto con Abrahán.
Permitió que fueran oprimidos por los egipcios para que se volvieran
a él en su angustia, eligieran su gobierno justo y misericordioso, y
obedecieran sus requerimientos.
Sólo unas pocas familias descendieron al principio a Egipto.
Crecieron hasta convertirse en una gran multitud. Algunos fueron
cuidadosos al instruir a sus hijos en la ley de Dios, pero muchos
israelitas habían visto tanta idolatría que tenían ideas confusas acerca
de la ley de Dios. Los que temían a Dios clamaban con angustia de
espíritu para que se quebrantara el yugo de su gravosa esclavitud, y
para que el Señor los sacara de la tierra de su cautiverio a fin de que