Página 135 - La Historia de la Redenci

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Los espías y su informe
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La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra en gran
manera buena. Si Jehová se agradara de nosotros, él nos llevará a
esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel. Por tanto,
no seáis rebeldes contra Jehová, ni temáis al pueblo de esta tierra;
porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha apartado
de ellos, y con nosotros está Jehová; no los temáis”.
“Su amparo se ha apartado de ellos”. Es decir, los cananeos
habían llenado la medida de su iniquidad, y la protección divina se
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había apartado de ellos, y aunque se sentían perfectamente seguros,
no estaban preparados para la batalla; y por virtud del pacto de Dios,
esa tierra les pertenecía a los israelitas. Pero en lugar de que estas
palabras tuvieran el efecto deseado sobre el pueblo, aumentaron
su decidida rebelión. Se enfurecieron y clamaron en alta voz y
con gritos de ira que Caleb y Josué debían ser apedreados, lo que
habrían hecho si el Señor no se hubiera interpuesto mediante un
impresionante despliegue de su terrible gloria en el tabernáculo de
la congregación delante de todos los hijos de Israel.
La victoriosa súplica de Moisés
Moisés acudió al tabernáculo para conversar con Dios. “Y Jeho-
vá dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo me ha de irritar este pueblo? ¿Hasta
cuándo no me creerán, con todas las señales que he hecho en medio
de ellos? Yo los heriré de mortandad y los destruiré, y a ti te pondré
sobre gente más grande y más fuerte que ellos. Pero Moisés respon-
dió a Jehová: Lo oirán luego los egipcios, porque de en medio de
ellos sacaste a este pueblo con tu poder; y lo dirán a los habitantes de
esta tierra, los cuales han oído que tú, oh Jehová, estabas en medio
de este pueblo, que cara a cara aparecías tú, oh Jehová, y que tu nube
estaba sobre ellos, y que de día ibas delante de ellos en columna
de nube, y de noche en columna de fuego; y que has hecho morir
a este pueblo como a un solo hombre; y las gentes que hubieran
oído tu fama hablarán, diciendo: Por cuanto no pudo Jehová meter
este pueblo en la tierra de la cual les había jurado, los mató en el
desierto”.
Una vez más Moisés rehusó permitir que se destruyera a Israel y
que se hiciera de él una nación más poderosa que ésta. Este fervoroso
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siervo de Dios manifestó de esa manera su amor por Israel y puso