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La Historia de la Redención
La tentación
Después del bautismo de Jesús en el Jordán, fue conducido por el
Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. El Espíritu Santo
lo preparó para la experiencia especial de esas fieras tentaciones.
Durante cuarenta días fue tentado por Satanás, y en su transcurso
no comió nada. Todo lo que había a su alrededor era desagradable,
tendiente a quebrantar la naturaleza humana. Estaba rodeado por
bestias feroces y por el diablo, en un lugar desolado y solitario. El
Hijo de Dios estaba pálido y exhausto por causa del ayuno y el
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sufrimiento. Pero su camino estaba trazado, y debía cumplir la tarea
que había venido a realizar.
Satanás se aprovechó de los sufrimientos del Hijo de Dios y se
preparó para asediarlo con diversas tentaciones, con la esperanza
de vencerlo ya que se había humillado y se había hecho hombre. El
enemigo apareció con esta tentación: “Si eres Hijo de Dios, di a esta
piedra que se convierta en pan”. Tentó a Jesús a que aceptara dar
pruebas de su carácter mesiánico por medio del ejercicio de su poder
divino. Jesús le contestó con mansedumbre: “Escrito está: No sólo
de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios”.
Lucas 4:3, 4
.
Satanás trataba de disputar con Jesús con respecto a su condición
de Hijo de Dios. Se refirió a su debilidad y a sus sufrimientos,
y con fanfarronería afirmó que era más fuerte que Cristo. Pero
las palabras procedentes del cielo: “Tú eres mi Hijo amado; en ti
tengo complacencia” (
Lucas 3:22
), fueron suficientes para sostener
a Jesús durante todos sus sufrimientos. Vi que Cristo no tenía por
qué convencer a Satanás de su poder y del hecho de que era el
Salvador del mundo. Este disponía de suficiente evidencia de la
exaltada posición y la autoridad del Hijo de Dios. Su indisposición
para someterse a la autoridad de Cristo le había cerrado las puertas
del cielo.
El enemigo, para manifestar su poder, llevó a Jesús a Jerusalén y
lo ubicó sobre uno de los pináculos del templo, y allí lo tentó a que
diera evidencia de que era Hijo de Dios arrojándose desde esa altura
vertiginosa. El adversario pronunció estas palabras de la inspiración:
“Porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, que te
guarden; y, en las manos te sostendrán, para que no tropieces con
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tu pie en piedra”. Jesús le respondió diciendo: “Dicho está: No