Página 169 - La Historia de la Redenci

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El ministerio de Cristo
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Oposición ineficaz
Satanás y sus ángeles cegaron los ojos y oscurecieron el enten-
dimiento de los judíos, e impulsaron a la gente más importante y a
los dirigentes para que tomaran la vida del Salvador. Otros fueron
enviados para prender a Jesús, pero cuando se acercaron adonde él
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estaba fueron dominados por un gran asombro. Lo vieron lleno de
simpatía y compasión al verificar las desgracias del género humano.
Lo escucharon dirigir palabras de ánimo, con amor y ternura, al débil
y al afligido. También lo oyeron reprender con voz autoritaria el
poder de Satanás y liberar a sus cautivos. Escucharon las expresio-
nes llenas de sabiduría que procedían de sus labios, y se sintieron
cautivados; no pudieron ponerle las manos encima. Regresaron sin
Jesús ante los sacerdotes y ancianos.
Cuando se les preguntó: “¿Por qué no le habéis traído?” relataron
lo que habían visto de sus milagros, de las santas palabras llenas de
sabiduría, amor y entendimiento que habían escuchado, y terminaron
diciendo: “Nunca habló hombre alguno como este hombre”. Los
principales sacerdotes los acusaron de estar engañados, y algunos
de los dignatarios se avergonzaron de que no lo hubieran prendido.
Los sacerdotes preguntaron burlonamente si alguno de los dirigentes
había creído en él. Vi que muchos de los magistrados y ancianos
creían en Jesús, pero Satanás impedía que lo reconocieran; temían
más el reproche de la gente que a Dios.
Hasta entonces la astucia y el odio de Satanás no habían logrado
desbaratar el plan de salvación. Se acercaba el momento cuando
debía cumplirse el propósito por el cual Jesús había venido a es-
te mundo. El enemigo y sus ángeles se consultaron y decidieron
inspirar a la propia nación a la cual pertenecía Cristo para que re-
clamara ansiosamente su sangre y acumulara sobre él crueldad y
escarnio. Esperaban que Jesús no soportara semejante tratamiento y
no conservara su humildad y su mansedumbre.
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Mientras Satanás trazaba sus planes, Jesús revelaba cuidadosa-
mente a sus discípulos los sufrimientos por los cuales tendría que
pasar, cómo sería crucificado y cómo se levantaría de nuevo al tercer
día. Pero el entendimiento de ellos estaba embotado y no podían
entender lo que quería decirles.