Página 191 - La Historia de la Redenci

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La resurrección de Cristo
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tó de entre los muertos triunfante y vencedor. La hueste angélica
contempló la escena con solemne reverencia. Y cuando el Señor
salió del sepulcro, los ángeles resplandecientes se postraron en tierra
y lo adoraron y lo alabaron con himnos de victoria y de triunfo.
Los ángeles de Satanás se habían visto obligados a huir en pre-
sencia de la luz resplandeciente y penetrante de los ángeles celestia-
les, y amargamente se quejaron a su rey de que su presa les había
sido violentamente arrebatada, y que Aquel a quien tanto odiaban se
había levantado de entre los muertos. Satanás y su hueste se habían
regocijado de que su poder sobre el hombre caído había logrado que
el Señor de la vida yaciera en la tumba, pero su triunfo infernal fue
de breve duración. Porque cuando Jesús salió de su cárcel como
majestuoso vencedor, Satanás sabía que en poco tiempo más tendría
que morir, y que su reino pasaría a Aquel a quien le correspondía.
Se lamentó con ira porque a pesar de todos sus esfuerzos el Señor no
había sido vencido, sino que había abierto un camino de salvación
para el hombre, de manera que todo aquel que quisiera podía avanzar
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por él y salvarse.
Los ángeles malos y su comandante se reunieron en concilio
para considerar de qué manera podían seguir trabajando contra el
gobierno de Dios. Satanás ordenó a sus servidores que se pusieran
en contacto con los principales sacerdotes y ancianos. Les dijo:
“Tuvimos éxito al engañarlos, cegando sus ojos y endureciendo sus
corazones contra Jesús. Les hicimos creer que era un impostor. La
guardia romana va a llevar la odiosa noticia de que Cristo ha resuci-
tado. Conseguimos que los sacerdotes y los ancianos aborrecieran a
Jesús y le dieran muerte. Hagámosles entender ahora que si se llega
a saber que Jesús resucitó serán apedreados por el pueblo por haber
enviado a la muerte a un hombre inocente”.
El informe de la guardia romana
Cuando la hueste de ángeles celestiales se apartó del sepulcro y
se disiparon la luz y la gloria, los guardias romanos se atrevieron a
levantar la cabeza y a mirar a su alrededor. Se llenaron de asombro
cuando vieron que la gran piedra había sido retirada de la puerta del
sepulcro y que el cuerpo de Jesús no estaba más allí. Se apresuraron
a ir a la ciudad para dar a conocer a los sacerdotes y ancianos lo