Página 204 - La Historia de la Redenci

Basic HTML Version

Capítulo 33—El sanamiento del paralítico
Este capítulo está basado en Hechos 3 Y 4.
Poco después del derramamiento del Espíritu Santo, e inmedia-
tamente después de un período de ferviente oración, Pedro y Juan
habían ido al templo para rendir culto a Dios, y vieron a un para-
lítico pobre y angustiado, de cuarenta años de edad, que no había
conocido otra cosa en la vida que el dolor y la enfermedad. Este
infortunado había deseado por mucho tiempo ir a Jesús para recibir
sanidad, pero estaba desamparado y vivía muy lejos del escenario
de las labores del gran Médico. Finalmente sus fervorosos ruegos
indujeron a algunas personas bondadosas a llevarlo a la puerta del
templo. Pero al llegar allí descubrió que el Sanador, en quien se
habían concentrado sus esperanzas, había sido entregado a una cruel
muerte.
Su desilusión provocó la piedad de los que sabían por cuánto
tiempo había esperado con ansias ser sanado por Jesús, de manera
que lo traían cada día al templo para que los que por allí pasaban
pudieran darle una limosna que aliviara en algo sus actuales necesi-
dades. Cuando Pedro y Juan pasaron por allí, les pidió que tuvieran
caridad con él. Los discípulos lo contemplaron con compasión. “Pe-
dro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos... No tengo
plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de
Nazaret, levántate y anda”.
[259]
El rostro del pobre hombre se demudó cuando oyó decir a Pedro
que también era pobre, pero resplandeció con fe y esperanza cuando
el discípulo terminó su sentencia. “Y tomándole por la mano dere-
cha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; y
saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo,
andando, y saltando, y alabando a Dios. Y todo el pueblo le vio
andar y alabar a Dios. Y le reconocían que era el que se sentaba a
pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa; y se llenaron de
asombro y espanto por lo que le había sucedido”.
200