Página 215 - La Historia de la Redenci

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Capítulo 36—La muerte de Esteban
Este capítulo está basado en Hechos 6:8 a 7:60.
Esteban era muy activo en la causa de Dios y compartía su fe
valerosamente. “Entonces se levantaron unos de la sinagoga llamada
de los libertos, y de los de Sirene, de Alejandría, de Silicia y de Asia,
disputando con Esteban. Pero no podían resistir a la sabiduría y al
espíritu con que hablaba”. Estos discípulos de los grandes rabinos
confiaban en que en un debate público podrían obtener una victoria
completa sobre Esteban basándose en su supuesta ignorancia. Pero
no solamente hablaba éste con el poder del Espíritu Santo, sino que
resultó evidente para toda esa vasta asamblea que también era un
estudioso de las profecías y versado en todos los asuntos relativos a
la ley. Defendió con capacidad las verdades que profesaba, y derrotó
totalmente a sus oponentes.
Los sacerdotes y gobernantes que fueron testigos de la mara-
villosa manifestación de poder que acompañaba el ministerio de
Esteban se llenaron de amargo odio. En lugar de ceder al peso de
la evidencia que él presentaba, decidieron silenciar su voz dándole
muerte.
Por lo tanto prendieron a Esteban y lo hicieron comparecer
delante del Sanedrín para someterlo a juicio.
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Se convocó a eruditos judíos de los países circunvecinos con
el propósito de que refutaran los argumentos del acusado. Saulo,
que se había distinguido como celoso oponente de la doctrina de
Cristo y perseguidor de todos los que creían en él, también se hallaba
presente. Este erudito se puso en contra de Esteban en forma desta-
cada. Empleó todo el peso de la elocuencia y la lógica de los rabinos
en este caso, para convencer a la gente de que Esteban predicaba
doctrinas engañosas y peligrosas.
Pero Saulo encontró en Esteban a alguien tan educado como él
mismo, y que tenía una plena comprensión de los propósitos de Dios
al diseminar el Evangelio por todas las naciones. Creía en el Dios
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