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La Historia de la Redención
de Abrahán, Isaac y Jacob, y estaba sumamente bien fundado con
respecto a los privilegios de los judíos; pero su fe era más amplia, y
sabía que había llegado el tiempo cuando los verdaderos creyentes
adorarían no sólo en templos hechos por manos de hombres, sino en
todo el mundo los hombres podrían adorar a Dios en espíritu y en
verdad. Había caído la venda de los ojos de Esteban, y percibía el
propósito por el cual tantas cosas habían sido abolidas con la muerte
de Cristo.
Los sacerdotes y gobernantes no podían prevalecer contra esta
nítida y tranquila sabiduría, aunque eran vehementes en su oposi-
ción. Se decidieron emplear a Esteban para hacer un escarmiento,
y mientras de ese modo satisfacían su odio vengativo, impedían
que otros, por temor, adoptaran sus creencias. Se lanzaron cargos
contra él en forma impresionante. Contrataron testigos falsos para
que dijeran que lo habían oído pronunciar palabras blasfemas contra
el templo y la ley. Dijeron: “Le hemos oído decir que ese Jesús
de Nazaret destruirá este lugar, y cambiará las costumbres que nos
dio Moisés”. Mientras Esteban permanecía frente a sus jueces para
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responder por el delito de blasfemia, un santo resplandor irradió de
su rostro. “Entonces todos los que estaban sentados en el concilio,
al fijar los ojos en él, vieron su rostro como el rostro de un ángel”.
Muchos de los que vieron el rostro resplandeciente de Esteban tem-
blaron y se cubrieron, pero la persistente incredulidad y el prejuicio
no vacilaron.
La defensa de Esteban
Se interrogó a Esteban en cuanto a la verdad de los cargos que
se le hacían, y él asumió su defensa con voz clara y conmovedora
que resonó por todo el recinto del concilio. Procedió a repasar la
historia del pueblo elegido de Dios con palabras qué mantuvieron
en suspenso a la audiencia. Puso en evidencia un conocimiento
cabal de todo lo relativo al pueblo judío, y de la interpretación
espiritual de ello puesta de manifiesto por Cristo. Comenzó con
Abrahán y procedió a repasar la historia de generación en generación,
recorriendo todos los anales de la nación desde Israel hasta Salomón,
y recurriendo a sus aspectos más impresionantes para vindicar su
causa.