Página 223 - La Historia de la Redenci

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La conversión de Saulo
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al pecador arrepentido por el camino de la vida. Los mismos hombres
a quienes Saulo se había resuelto destruir, iban a ser sus instructores
en la religión que había despreciado y perseguido.
La fe de Saulo fue tremendamente probada durante los tres días
de ayuno y oración que pasó en la casa de Judas en Damasco. Estaba
totalmente ciego, y completamente a oscuras en cuanto a lo que se
esperaba de él. Se le había indicado que fuera a Damasco, donde se
le diría qué debía hacer. En su incertidumbre y su angustia clamó
fervientemente a Dios. “Había entonces en Damasco un discípulo
llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él
respondió: Heme aquí, Señor. Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la
calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado
Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora, y ha visto en visión a un
varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para
que recobre la vista”.
Ananías apenas podía dar crédito a las palabras del ángel mensa-
jero, porque las noticias de la terrible persecución a que Saulo había
sometido a los santos de Jerusalén se había diseminado por los luga-
res lejanos y distantes. Pretendió discutir y dijo: “Señor, he oído de
muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos
en Jerusalén; y aún aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes
para prender a todos los que invocan tu nombre”. Pero la orden que
se dio a Ananías era imperativa: “Ve, porque instrumento escogido
me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de
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reyes, y de los hijos de Israel”.
El discípulo, obediente a la indicación del ángel, buscó al hombre
que hasta poco tiempo antes había respirado amenazas contra todos
los que creían en el nombre de Jesús. Se dirigió a él de este modo:
“Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por
donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del
Espíritu Santo. Y al momento le cayeron de los ojos como escamas,
y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado”.
Cristo nos da aquí un ejemplo de cómo obra para la salvación de
los hombres. Podría haber hecho todo esto directamente en favor de
Saulo; pero eso no estaba de acuerdo con su plan. Sus bendiciones
debían impartirse por medio de los instrumentos ordenados por él.
Saulo tenía algo que hacer con respecto a la confesión que debía
presentar a aquellos cuya destrucción había planeado; y Dios quería