Página 235 - La Historia de la Redenci

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El ministerio de Pedro
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hombre”. Entonces comenzó a conversar con él familiarmente, para
eliminar del centurión ese sentimiento de pavor y extrema reverencia
que manifestaba hacia él.
Si Pedro hubiera estado investido de la autoridad y la posición
que le atribuye la Iglesia Católica, habría animado la veneración de
Cornelio en lugar de refrenarla. Los así llamados sucesores de Pedro
exigen que los reyes y emperadores se arrodillen a sus pies, mientras
Pedro mismo insistió en que sólo era un hombre falible y sujeto a
error.
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Pedro habló con Cornelio y con los que se hallaban reunidos
en su casa con respecto a las costumbres de los judíos; que se
consideraba ilegal que se relacionaran socialmente con los gentiles,
y que ello implicaba contaminación ceremonial. No estaba prohibido
por la ley de Dios, pero la tradición de los hombres había hecho
de esto una costumbre imperativa. Dijo entonces: “Vosotros sabéis
cuán abominable es para un varón judío juntarse o acercarse a un
extranjero; pero a mí me ha mostrado Dios que a ningún hombre
llame común o inmundo; por lo cual, al ser llamado, vine sin replicar.
Así que pregunto: ¿Por qué causa me habéis hecho venir?”
Acto seguido Cornelio relató su experiencia y las palabras del
ángel que se le había aparecido en visión. En conclusión dijo: “Así
que luego envié por ti; y tú has hecho bien en venir. Ahora, pues,
todos nosotros estamos aquí en la presencia de Dios, para oír todo lo
que Dios te ha mandado. Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En
verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que
en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia”. Aunque
Dios había favorecido a los judíos por encima de todas las naciones,
si rechazaban la luz y no vivían de acuerdo con su profesión de fe,
no serían más estimados por él que otras naciones. Los gentiles que,
como Cornelio, temían a Dios y practicaban justicia, y vivían de
acuerdo con la luz que tenían, era bondadosamente considerados por
Dios, quien aceptaba sus sinceros servicios.
Pero la fe y la justicia de Cornelio no podían ser perfectas sin un
conocimiento de Cristo; por eso Dios le envió luz y conocimiento
para que desarrollara más aún su carácter recto. Muchos rehúsan
recibir la luz que Dios les envía en su providencia, y se excusan para
hacerlo citando las palabras de Pedro a Cornelio y a sus amigos:
[302]
“Sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia”.