Página 241 - La Historia de la Redenci

Basic HTML Version

Pedro librado de la prisión
237
completo al liberar a Pedro de la prisión. Herodes estaba alzando su
mano contra el Omnipotente, y había de ser totalmente humillado y
derrotado en su intento de atentar contra la vida del siervo de Dios.
[308]
Librado por un ángel
En esa última noche, antes del día de la ejecución, un ángel
poderoso, enviado desde el cielo, descendió para rescatarlo. Las
macizas puertas que encerraban al santo de Dios se abrieron sin la
intervención de manos humanas; el ángel del Altísimo entró, y sin
hacer ruido se cerraron de nuevo tras él. Llegó a la celda cavada en la
roca viva, donde yacía Pedro durmiendo el bendito y apacible sueño
de la inocencia con perfecta confianza en Dios, mientras permanecía
encadenado a dos poderosos guardianes, uno a cada lado. La luz que
circundaba al ángel iluminó la cárcel pero no despertó al dormido
apóstol. Gozaba del reposo completo que vigoriza y renueva, y que
es el fruto de una buena conciencia.
Pedro no se despertó hasta que sintió el toque de la mano del
ángel y escuchó su voz que le decía: “Levántate pronto”. Vio su
celda, que nunca había recibido la bendición de un rayo de sol,
iluminada entonces por la luz del cielo, y a un ángel revestido de
resplandeciente gloria de pie ante él. Obedeció mecánicamente la
voz del ángel; y al ponerse de pie levantó las manos, y descubrió
que las cadenas se habían desprendido de sus muñecas. Nuevamente
escuchó la voz del ángel: “Cíñete, y átate las sandalias”.
De nuevo Pedro obedeció mecánicamente, mientras mantenía la
vista fija en su visitante celestial, convencido de que estaba soñando
o se encontraba en visión. Los soldados armados estaban tan inmóvi-
les que parecían estatuas de mármol mientras el ángel seguía dando
órdenes: “Envuélvete en tu manto, y sígueme”. Inmediatamente el
ser celestial se dirigió hacia la puerta, y Pedro, generalmente tan
locuaz, lo siguió mudo de asombro. Pasaron junto al inmóvil guar-
[309]
dia y llegaron hasta la puerta llena de barrotes y cerrojos, que se
abrió espontáneamente, y de nuevo se cerró de inmediato, mientras
los guardias de adentro y de afuera permanecían inmóviles en sus
puestos.
Llegaron a la segunda puerta, que también estaba resguardada
por dentro y por fuera. Se abrió como la primera, sin rechinar de