Página 247 - La Historia de la Redenci

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En las regiones distantes
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ción de muertos. Con labios temblorosos y ojos humedecidos por las
lágrimas hablaban de su agonía en el jardín, su traición, su juicio y
su ejecución, la paciencia y la humildad con que soportó los insultos
y la tortura que le impusieron sus enemigos, y la piedad divina con
que oró por los que lo perseguían. Su resurrección, su ascensión y
su obra en los cielos como Mediador del hombre caído eran temas
gozosos para ellos. Bien podían los paganos llamarlos cristianos,
puesto que predicaban a Cristo y dirigían sus plegarias a Dios por
medio de él.
Pablo encontró en la populosa ciudad de Antioquía un excelente
campo de labor, donde su gran erudición, su sabiduría y se celo
combinados ejercieron una poderosa influencia sobre los habitantes
y los visitantes de esa culta ciudad.
Entre tanto la obra de los apóstoles se concentraba en Jerusalén,
donde judíos de todas las lenguas y de todos los países venían a
adorar al templo durante las fiestas establecidas. En esas ocasiones
los apóstoles predicaban a Cristo con valor inquebrantable, aunque
sabían que al hacerlo sus vidas estaban en constante peligro. Muchos
se convirtieron a la fe, y al diseminarse por sus hogares en diferentes
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partes de la tierra, dispersaron las semillas de la verdad por todas las
naciones y entre todas las clases de la sociedad.
Pedro, Santiago y Juan confiaban en que Dios los había apartado
para que predicaran a Cristo entre sus propios compatriotas en su
país. Pero Pablo había recibido su comisión de Dios mientras oraba
en el templo, y su vasto campo misionero apareció delante de él con
notable nitidez. Con el fin de prepararlo para su amplia e importante
tarea, Dios lo puso en íntima relación con él y presentó ante sus
asombrados ojos una vislumbre de la belleza y la gloria del cielo.
La ordenación de Pablo y Bernabé
Dios se puso en contacto con los devotos profetas y maestros de
la iglesia de Antioquía. “Ministrando éstos al Señor, y ayunando,
dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra
a que los he llamado”. Estos apóstoles fueron dedicados a Dios
entonces con la mayor solemnidad, con ayuno y oración, y con la
imposición de manos, y fueron enviados a su campo de labor entre
los gentiles.