Página 249 - La Historia de la Redenci

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En las regiones distantes
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El primer congreso de la asociación general
Algunos judíos de Judea produjeron una consternación general
entre los creyentes gentiles al agitar el asunto de la circuncisión.
Afirmaban con gran seguridad que nadie se salvaría si no era circun-
cidado ni guardaba toda la ley ceremonial.
Este era un asunto importante que afectaba en gran medida a la
iglesia. Pablo y Bernabé lo enfrentaron con prontitud y se opusieron
a la introducción del asunto entre los gentiles. Tenían la oposición
de los creyentes judíos de Antioquía que estaban de parte de los de
Judea. El problema produjo mucha discusión y falta de armonía en la
iglesia, hasta que finalmente los hermanos de Antioquía, temerosos
de que pudiera producirse una división entre ellos como resultado
de discutir más este asunto, decidieron enviar a Pablo y Bernabé,
junto con algunos hombres responsables de Antioquía, a Jerusalén,
para presentar la situación delante de los apóstoles y ancianos. Allí
deberían encontrarse con delegados de diferentes iglesias, y con
los que vendrían para asistir a las próximas festividades anuales.
Mientras tanto debía cesar toda discusión hasta que los hombres
responsables de la iglesia hicieran una decisión final. Esta decisión
debía ser aceptada universalmente entonces por todas las iglesias de
la comarca.
Al llegar a Jerusalén los delegados de Antioquía relataron a la
asamblea de las iglesias el éxito que había acompañado a su mi-
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nisterio y la confusión resultante del hecho de que ciertos fariseos
convertidos afirmaban que los conversos gentiles debían circunci-
darse y guardar la ley de Moisés para salvarse.
Los judíos se habían enorgullecido de sus ceremonias divina-
mente señaladas; y habían llegado a la conclusión de que si Dios en
una oportunidad había determinado cómo debía ser el culto hebreo,
era imposible que autorizara jamás cambio alguno en cualquiera de
sus detalles. Resolvieron que la cristiandad observara las leyes y
ceremonias judías. Eran lentos para darse cuenta del fin de lo que
había sido abolido por el deceso de Cristo, y para comprender que
todos los sacrificios prefiguraban la muerte del Hijo de Dios, en la
cual el tipo se había encontrado con su antitipo, quitándole todo
valor a las ceremonias divinamente señaladas y a los sacrificios de
la religión judía.