Página 251 - La Historia de la Redenci

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En las regiones distantes
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escuchara razonablemente a Pablo y Bernabé cuando relataron su
experiencia al trabajar entre los gentiles.
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La decisión
Santiago dio su testimonio definidamente: Dios había decidido
aceptar a los gentiles para que gozaran de todos los privilegios de
los judíos. El Espíritu Santo no vio conveniente imponer la ley cere-
monial a los conversos de origen gentil; y los apóstoles y ancianos,
después de estudiar cuidadosamente el tema, vieron el asunto desde
el mismo ángulo, y su opinión concordó con la del Espíritu de Dios.
Santiago presidía el concilio, y su última decisión fue: “Por lo cual
yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios”.
Su sentencia fue que la ley ceremonial, y en especial el rito de
la circuncisión, de ninguna manera fuera impuesto a los gentiles
ni siquiera a título de recomendación. Santiago trató de que sus
hermanos comprendieran el hecho de que los gentiles, al volverse
a Dios apartándose de la idolatría, experimentaban un gran cambio
de fe, y que debería ejercerse mucho cuidado para no perturbar sus
mentes con asuntos dudosos capaces de causar perplejidad, no fuera
que se desanimaran de seguir a Cristo.
Los gentiles, sin embargo, no debían seguir ningún tipo de con-
ducta que se opusiera sustancialmente a las opiniones de sus her-
manos judíos, o que suscitara prejuicios en sus mentes contra ellos.
Los apóstoles y ancianos concordaron por lo tanto en instruir a los
gentiles por medio de cartas que se abstuvieran de carnes ofrecidas a
los ídolos, de fornicación, de animales ahogados o estrangulados, y
del consumo de sangre. Se les requirió guardar los mandamientos y
vivir vidas santas. Se aseguró a los gentiles que los hombres que los
habían instado a circuncidarse lo habían hecho sin la autorización
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de los apóstoles.
Les recomendaron a Pablo y Bernabé como hombres que habían
expuesto sus vidas por causa del Señor. Judas y Silas fueron enviados
juntamente con los apóstoles para declarar a los gentiles de viva voz
la decisión del concilio. Los cuatro siervos de Dios fueron enviados
a Antioquía con la carta y el mensaje que ponía fin a la discusión;
porque era la voz de la más alta autoridad sobre la tierra.