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La Historia de la Redención
El concilio que decidió este caso estaba compuesto por los funda-
dores de las iglesias cristianas de origen judío y gentil. Los ancianos
de Jerusalén y los representantes de Antioquía estuvieron presentes,
como asimismo estuvieron representadas las iglesias más influyen-
tes. El concilio no pretendió infalibilidad en sus deliberaciones, sino
que actuó bajo las indicaciones de un juicio iluminado y con la
dignidad de una iglesia establecida por la voluntad de Dios. Vieron
que Dios mismo había decidido este asunto al favorecer a los genti-
les con el Espíritu Santo, y que se los debía dejar que siguieran la
dirección del Espíritu.
No se llamó a todo el conjunto de cristianos para que votara
sobre estos asuntos. Los apóstoles y ancianos, hombres de influencia
y juicio, dieron forma al decreto y lo promulgaron, a consecuencia de
lo cual fue generalmente aceptado por todas las iglesias cristianas.
No todos se sintieron contentos, sin embargo, con esta decisión;
hubo una facción de falsos hermanos que pretendieron consagrarse a
cierta obra bajo su propia responsabilidad. Se dedicaron a murmurar
y a buscar faltas, proponiendo nuevos planes y tratando de derribar
la tarea realizada por hombres experimentados a quienes Dios había
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ordenado para que enseñaran la doctrina de Cristo. La iglesia tuvo
que enfrentar tales obstáculos desde el mismo principio, y tendrá
que seguir haciéndolo hasta el fin del tiempo.
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