Página 259 - La Historia de la Redenci

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El martirio de Pablo y Pedro
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pensamiento en sujeción a la voluntad de Cristo. El hecho de que
su propia vida ejemplificaba la verdad que proclamaba proporcionó
un poder convincente tanto a su predicación como a su apariencia
personal. Dice el profeta: “Tú guardarás en completa paz a aquel
cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado”.
Isaías
26:3
. Esta paz celestial, manifestada en su rostro, ganó a muchas
almas para el Evangelio.
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El apóstol contemplaba el gran más allá, no con incertidumbre o
temor, sino con gozosa esperanza y anhelante expectación. Mientras
estaba de pie en el lugar de su martirio no vio el resplandor de la
espada del verdugo ni la verde tierra que pronto recibiría su sangre.
A través del apacible azul de ese día de verano contempló el trono
del Eterno. Sus palabras fueron: “¡Oh Señor! Tú eres mi consuelo y
mi porción. ¿Cuándo estaré en tus brazos? ¿Cuándo te contemplaré
yo mismo, sin velo oscurecedor que nos separe?”
Pablo llevaba consigo durante su vida en la tierra la misma
atmósfera del cielo. Todos los que se relacionaban con él experimen-
taban la influencia de su contacto con Cristo y su comunión con los
ángeles. En esto reside el poder de la verdad. La influencia espontá-
nea e inconsciente de una vida santa es el sermón más convincente
que se puede predicar en favor del cristianismo. Los argumentos,
aunque sean incontestables, pueden provocar sólo oposición; pero
un ejemplo piadoso tiene un poder que es imposible resistir del todo.
Mientras el apóstol perdía de vista sus propios sufrimientos in-
mediatos, sentía una profunda preocupación por los discípulos a
quienes dejaría para que hicieran frente al prejuicio, el odio y la
persecución. Al tratar de fortalecer y animar a los pocos cristianos
que lo acompañaron al lugar de su ejecución, les repitió las suma-
mente preciosas promesas que se dan a los que son perseguidos por
causa de la justicia. Les aseguró que nada dejaría de cumplirse de
todo lo que el Señor ha dicho con respecto a los que son probados y
son fieles. Se levantarán y resplandecerán, porque la luz del Señor
aparecerá sobre ellos. Se revestirán de hermosas vestiduras cuando
se revele la gloria de Jehová. Por un poco de tiempo podrán pasar
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por dificultades provocadas por numerosas tentaciones, podrán estar
destituidos de las comodidades de la tierra; pero deben animar sus
corazones al decir: “Yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es