Página 285 - La Historia de la Redenci

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Los progresos de la reforma
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eran evidentes para todos mientras él daba testimonio contra el poder
del error y en favor de la superioridad de la fe que vence al mundo.
Se mantuvo firme como una roca mientras las poderosas olas del
poder mundanal lo azotaban inmisericordemente. La sencilla fuerza
de sus palabras, su impavidez, su mirada serena y elocuente, y la
inalterable determinación manifestada en cada palabra y cada acto
produjeron una profunda impresión en la asamblea. Era evidente
que no se lo podía obligar, ni mediante promesas ni amenazas, a
someterse a las órdenes de Roma.
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Cristo habló por medio del testimonio de Lutero con un poder y
una majestad tales que en ese momento inspiraron tanto a amigos
como a enemigos con un sentimiento de reverencia y admiración.
El Espíritu de Dios estuvo presente en ese concilio, e impresionó
los corazones de los dignatarios del imperio. Varios príncipes re-
conocieron abiertamente la justicia de la causa de Lutero. Muchos
se convencieron de la verdad, pero en algunos las impresiones re-
cibidas no fueron duraderas. Hubo otros que en ese momento no
manifestaron sus convicciones pero que, después de escudriñar las
Escrituras por sí mismos, en el futuro se pusieron osadamente de
parte de la Reforma.
El elector Federico aguardó con ansiedad la aparición de Lutero
ante la Dieta y escuchó su discurso con profunda emoción. Se re-
gocijó ante el valor, la firmeza y el dominio propio del doctor, y se
sintió orgulloso de ser su protector. Comparó los distintos partidos
que participaron en la contienda, y vio que la sabiduría de los papas,
los reyes y los prelados quedaba reducida a nada frente al poder de
la verdad. El papado había experimentado una derrota que se sentiría
en todas las naciones y en todos los tiempos.
Si el reformador hubiera cedido en un solo punto, Satanás y sus
huestes habrían ganado la victoria. Pero mediante su inquebrantable
firmeza la iglesia se emancipó y—comenzó una era nueva y mejor.
La influencia de ese hombre solitario, que se atrevió a pensar y a
actuar por sí mismo con respecto a asuntos religiosos, debía afectar
a la iglesia y al mundo no sólo en su propia época, sino también en
todas las generaciones futuras. Su firmeza y su fidelidad fortalecerían
a todos los que pasaran por una experiencia similar, hasta el fin del
tiempo. El poder y la majestad de Dios prevalecerán sobre las ideas
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de los hombres, y sobre el extraordinario poder de Satanás.