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La Historia de la Redención
Vi que Lutero era ardiente y celoso, impávido y osado al reprobar
el pecado y al defender la verdad. No temía ni a los impíos ni a los
demonios; sabía que tenía a su lado a Alguien más poderoso que
todos ellos. Lutero poseía celo, valor y osadía, y a veces estaba en
peligro de irse a los extremos. Pero Dios suscitó a Melanchton, que
tenía un carácter totalmente opuesto, para que ayudara a Lutero
a llevar adelante la obra de la Reforma. Melanchton era tímido,
temeroso, cauteloso y poseía una tremenda paciencia. Dios lo amaba
mucho. Poseía un gran conocimiento de las Escrituras, y su juicio
y su sabiduría eran excelentes. Su amor por la causa de Dios se
equiparaba con el de Lutero. El Señor unió los corazones de estos
dos hombres; eran amigos inseparables. Lutero resultó de gran ayuda
para Melanchton cuando éste se hallaba en peligro de ser temeroso y
lento, y Melanchton a su vez fue de gran ayuda para Lutero cuando
éste se encontraba ante el peligro de avanzar con demasiada rapidez.
La previsora cautela de Melanchton a menudo evitó los proble-
mas que podrían haber sobrevenido a la causa si la obra hubiera
sido dejada en manos de Lutero; y de vez en cuando la obra no
hubiera avanzado con suficiente rapidez si se la hubiera dejado sólo
a Melanchton. Se me mostró la sabiduría de Dios al elegir a estos
dos hombres para que llevaran a cabo la obra de la Reforma.
Inglaterra y escocia iluminadas
Mientras Lutero abría la Biblia que había estado cerrada hasta
entonces ante la gente de Alemania, Tyndale se sintió impulsado
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por el Espíritu de Dios para hacer lo mismo en Inglaterra. Era un
diligente estudioso de las Escrituras, y predicaba impávidamente
sus convicciones acerca de la verdad, insistiendo en que todas las
doctrinas debían ser probadas por la Palabra de Dios. Su celo sólo
podía provocar la oposición de los partidarios del papa. Un erudito
doctor católico, que entró en controversia con él, exclamó: “Sería
mejor para nosotros no tener la ley de Dios que no tener la ley del
papa”. A lo que Tyndale replicó: “Desafío al papa y todas sus leyes;
y si Dios me da vida suficiente, dentro de algunos años voy a lograr
que un niño que maneja el arado sepa más de las Escrituras que
ustedes”.