Página 342 - La Historia de la Redenci

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Capítulo 63—El milenio
Mi atención se dirigió nuevamente a la tierra. Los impíos habían
sido destruidos y sus cadáveres yacían sobre ella. La ira de Dios,
manifestada mediante las siete plagas, se había derramado sobre los
habitantes de la tierra, induciéndolos a morderse las lenguas de dolor
y a maldecir a Dios. Los falsos pastores habían sido objeto especial
de la ira de Jehová. Sus ojos se habían consumido en sus órbitas y
sus lenguas en sus bocas mientras aún estaban de pie. Después que
los santos fueron librados por la voz de Dios, los impíos encauzaron
sus iras los unos contra los otros. La tierra parecía inundada de
sangre y cubierta de cadáveres desde uno al otro confín.
El planeta parecía a un desolado desierto. Las ciudades y los
pueblos, sacudidos por el terremoto, yacían en ruinas. Las montañas,
removidas de sus lugares, habían dejado en su sitio grandes cavernas.
Sobre toda la superficie de la tierra estaban esparcidos los peñascos
que había lanzado el mar o que había arrojado la tierra misma.
Corpulentos árboles desarraigados estaban tendidos por el suelo.
Este será por mil años el hogar de Satanás y de sus ángeles malos.
Allí quedará confinado para recorrer la destruida superficie de la
tierra y para evaluar las consecuencias de su rebelión contra la ley
de Dios. Durante mil años podrá gozar del fruto de la maldición que
ha producido.
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Sin poder salir de la tierra, no tendrá el privilegio de ir a otros
planetas para tentar y molestar a los que no han caído. Durante ese
tiempo Satanás sufrirá muchísimo. Desde la caída sus malos rasgos
han estado en constante ejercicio. Pero entonces será privado de su
poder y abandonado para reflexionar en el papel que ha desempe-
ñado, y para presentir con temor y temblor su espantoso porvenir,
cuando tendrá que sufrir por todo el mal que llevó a cabo y ser
castigado por todos los pecados que hizo cometer.
Oí exclamaciones de triunfo de parte de los ángeles y de los san-
tos redimidos, que resonaban como diez mil instrumentos musicales,
porque ya Satanás no los molestaría ni los tentaría más, y porque los
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