Página 35 - La Historia de la Redenci

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La tentación y la caída
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y se les pareciera, se habría puesto en guardia. Pero esa voz extraña
debiera haberla conducido al lado de su esposo para preguntarle
por qué otro ser podía dirigirse a ella tan libremente. En cambio,
se puso a discutir con la serpiente. Le respondió: “Del fruto de los
árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está
en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis,
para que no muráis”. La serpiente contestó: “No moriréis; sino que
sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos,
y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal”.
Satanás quería introducir la idea de que al comer del árbol prohi-
bido recibirían una nueva clase de conocimiento más noble que el
que habían alcanzado hasta entonces. Esa ha sido su especial ta-
rea, con gran éxito, desde su caída: inducir a los hombres a espiar
los secretos del Todopoderoso y a no quedarse satisfechos con lo
que Dios ha revelado, y a no obedecer cuidadosamente lo que él ha
ordenado. Pretende inducirlos, además, a desobedecer los manda-
mientos de Dios, para hacerles creer que se están introduciendo en
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un maravilloso campo de conocimiento. Eso es pura suposición, y
un engaño miserable. No logran entender lo que Dios ha revelado,
y menosprecian sus explícitos mandamientos y procuran sabiduría,
separados de Dios, y tratan de comprender lo que él ha decidido
vedar a los mortales. Se ensoberbecen en sus ideas de progreso y se
sienten encantados por sus propias vanas filosofías, pero en relación
con el verdadero conocimiento andan a tientas en la oscuridad de la
medianoche. Siempre están aprendiendo pero nunca son capaces de
llegar al conocimiento de la verdad.
No era la voluntad de Dios que esa inocente pareja tuviera el
menor conocimiento del mal. Les había otorgado el bien con gene-
rosidad, y les había evitado el mal. Eva creyó que las palabras de
la serpiente eran sabias, y escuchó la audaz aseveración: “No mori-
réis, sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos
vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal”. Con
esto Satanás presentó a Dios como mentiroso. Insinuó con osadía
que Dios los había engañado para evitar que alcanzaran una altura
de conocimiento igual a la suya. Dios dijo: “Si coméis, moriréis”.
La serpiente dijo: “Si coméis, no moriréis”.
El tentador aseguró a Eva que tan pronto como comiera del
fruto recibiría un conocimiento nuevo y superior que la igualaría a